Mundo de ficçãoIniciar sessãoLa luz de la mañana entraba por la ventana del hospital como una caricia. Kira estaba recostada con Damian dormido en su pecho, el pequeño gorrito azul cubriéndole apenas las cejas. Julian, sentado junto a la cama, tenía los ojos puestos en ellos con una mezcla de paz y vértigo: sabía que en unas horas dejarían ese lugar y empezarían, por fin, su vida en casa los tres.
La puerta se abrió con un golpe suave, y la matrona de turno —la misma que los había acompañado desde el parto— entró sonriendo, con una carpeta en la mano y un tono cálido que inspiraba confianza.
—Bueno, mamá y papá… —dijo—. Hoy les toca graduarse oficialmente.
Kira levantó la vista, sonriendo con timidez.







