El furgón emprende la fuga sin darle tiempo a los hombres de abrir el portón y salir detrás de este, además de que deben mover el cuerpo que fue lanzado a ese lugar exactamente para evitar que alguien siguiera el furgón.

Rocco que se encuentra en su biblioteca intentando olvidarse de la discusión con Caterina y creyendo fervientemente que ella cambiará de opinión, si no sobre el trabajo, al menos con lo respectivo al bebé, sale al jardín en el mismo momento en el que lo hace su hermano, quien escuchó el alboroto en uno de los radios de los hombres en el interior de la casa.

—¿Qué está sucediendo? —pregunta Rocco a nadie en particular.

Su día empezó de puta madre con la discusión entre él y Caterina y la pérdida del cargamento, así que solo le falta que sus enemigos vuelvan al ataque y los tomen desprevenidos.

—No estamos seguros, señor. — Y por supuesto, él piensa que lo último que necesita es esa respuesta y menos delante de su hermano,