La práctica lleva a la perfección, mi reina.
Phoenix caminaba por los jardines del castillo, seguida por un séquito de damas nobles, cada una más ilustre que la otra. La Condesa Isadora Montague, con su postura altiva y cabello plateado, lideraba el grupo de nobles que incluía a la Duquesa Genevieve Beaumont, la Condesa Eloise Fitzroy, la Condesa Seraphina Harrington, la Duquesa Lady Arabella Wentworth y la Vizcondesa Marianne Ashford. Todas acompañaban a Phoenix rumbo a la clase de pintura, donde el renombrado maestro Alberic las esperaba.
Mientras caminaba, Phoenix sentía el peso de las tradiciones y las expectativas que recaían sobre ella. A pesar de estar rodeada de damas que demostraban una calma y gracia inquebrantables, ella se sentía inquieta. Su mente estaba lejos de los pinceles y las telas, ocupada con un deseo ardiente de ver a su madre.
El estudio de pintura era una sala amplia y bien iluminada, con grandes ventanas que dejaban entrar la suave luz del atardecer. Lienzos blancos aguardaban ansiosos las manos de las n