Valeria está desesperada por encontrar un trabajo que le permita sostener los gastos de su pequeña hermana, que requiere educación especial. Por eso acepta una apuesta muy singular con la dueña de un estudio de diseño: conseguir que el inflexible CEO de su compañía apruebe su colección más sexy de lencería, a cambio de un puesto permanente como diseñadora.Nick Bennet es quizás el hombre más severo y tiránico en una industria tan creativa como la moda, y definitivamente no le gustan las mujeres desinhibidas y coquetas como Valeria. Pero una cosa es lo que quiere su mente, y otra muy distinta lo que quiere el resto de él… ¿Sobrevivirán tres meses trabajando juntos? ¿Logrará Valeria conseguir su propósito… o Nick será más más fuerte que ella?
Leer más—¿Estás emocionado? —preguntó Nina. Después de todo hacía varios meses que Jake no veía a sus mejores amigos.—¿Emocionado? Sí. ¿Asustado? ¡También! —confesó—. ¡Aaron va a pelear en la jaula! ¿Cómo se me ocurrió dejarlo hacer esa estupidez?Nina sonrió con dulzura y lo abrazó con fuerza.—Sabes que es un chico fuerte. Ha estado entrenando por años, esto es lo que le gusta, y como si fuera poco se pasó los últimos meses entrenando con el Diablo —le recordó Nina—. Eric accedió a organizar una jaula e incluirlo, así que ese es un honor. Si no lo dejas pelear, solo conseguirás que se disguste contigo.—Lo sé —respondió Jake suspirando—. Pero igual... ¡No puedo evitar preocuparme! ¡Sé que es mayor de edad, pero para mí siempre va a ser el mocoso que pateó a Yuri en las pelotas el primer día que llegó a esta casa. ¿Te acuerdas?Los dos rieron emocionados. Tenían unos hijos excepcionales y Aaron, el mayor de todos, solo estaba intentando encontrar su lugar en el mundo. Así que todo lo que po
CIERRE de la serie PASIONES TORMENTOSAS, que incluye los libros:La pequeña Revoltosa del CEO, Baby, Amor rebelde, (Trilogía) Vale todo, ¿Tuya o mía?QUINCE AÑOS DESPUÉS DE LOS HECHOS NARRADOS EN LA PEQUEÑA REVOLTOSA DEL CEO. Valeria se miró delante del espejo y se le escapó un puchero al ver la cana que le había salido.—¡Niiiiiiick! —gritó llamando a su esposo, que estaba en su despacho.Un segundo después, como siempre, Nicholas Bennet derrapaba frente a su puerta.—¿Qué pasa, revoltosa? —dijo acercándose a ella.—¡Mira! ¡Me estoy volviendo vieja! —respondió Valeria mostrándole el cabello blanco que le había salido.Nick la miró sorprendido y luego se echó a reír.—¡Me vas a matar de un infarto! ¡Esa es tu cara de "vienen gemelas"! Y a estas alturas te digo que de verdad no podría con otro par.Valeria suspiró con tristeza y Nick la rodeó con sus brazos con amor, depositando un beso suave sobre su cabeza.—Tengo miedo de envejecer —confesó ella.Nick la abrazó y la consoló.—No ti
LA PEQUEÑA REVOLTOSA DEL CEOUn libro de Valeria AdamsBestseller del New York TimesNúmero uno en el ranking de ventas por doce semanas.El anuncio aparecía en la enorme pantalla detrás del set de grabación. Una maquillista se ocupaba de alistarla y la periodista se reía a su lado, porque eran viejas amigas después de todo.Cuando el director por fin dio la orden de grabar, la periodista comenzó con las preguntas.—Valeria, has sido una escritora famosa casi desde tu primer libro, pero debo reconocer que con este nos sorprendiste mucho. Esperábamos más de fantasía, más de vampiros y brujos y de repente nos regalas esta… ¿crónica familiar?—Así es, LA PEQUEÑA REV
Ocho años después.Alice entró en el despacho de su padre y lo vio sentado frente a la venta, taciturno y preocupado.—¿Papá? ¿Estás bien? —le preguntó acercándose.—¡Hola mi vida! ¡Qué temprano saliste de la universidad! —le sonrió Nick, abrazándola—. Pensé que tenías examen final.Alice había entrado a la Universidad Stanford a los trece años, y Valeria, Nick y las gemelas se habían mudado a San Francisco.—Pues sí, pero un idiota que al parecer no creía que podía pasar el examen, así que activó la alarma de incendios y tuvieron que posponerlo —suspiró Alice sentándose frente a él—. ¿Qué te pasa que estás tan preocupado?Nick se mesó los cabellos con desesper
Caminar hacia el altar del brazo de su padre era lo que toda niña soñaba de pequeña… pero a los gemelos eso no les importó. Cada uno se apostó en un tramo del pasillo y reclamaron llevarla. Andrew se la entregó a Richard, Richard se la entregó a Elliot, y Elliot se la entregó a Nick.—Literalmente te ha costado sangre, sudor y lágrimas —le advirtió—. No la cagues.Nick sonrió mientras tomaba la mano de Valeria frente a las cien personas más allegadas a sus vidas, y los dos se giraron hacia Connor, que los miraba socarrón con su biblia en las manos.—Te asustaste, ¿verdad? —le susurró a Nick y este negó con paciencia.—No me asusté, pero no vuelvas a hacerlo.—Vamos, reconócelo, soy lo suficientemente guapo como para robarme a la novia —lo provocó.—&i
—Estás muy loca —se rio Connor mientras casi escupía su champaña—. ¿De verdad quieres hacerlo?—Por supuesto —aseguró Valeria—. Pero necesito ayuda porque obviamente tú conoces a las personas adecuadas.—Está bien, lo prepararé —accedió Connor—, pero no me responsabilizo por el resultado.—¡Cielo, tú y yo sabemos cuál será ese resultado! —rio Valeria brindando con él.—Sí. De cualquier manera es el momento perfecto, en un par de semanas me voy a Nueva York por varios meses y no me habría gustado perderme esto.—¿Nueva York? ¡Cierto! Papá me dijo que abrirás otro despacho allá —recordó ella.—Así es. Expandiremos Sheffield & Lieberman. Jake se quedará aquí y yo me encargaré
Layla se puso pálida, rosada, roja, y casi pasa por todos los colores del arcoíris cuando escuchó a Richard preguntarle aquello.—¡Alguien que me traiga una escoba! —pidió—. ¡Porque juro que le voy a pegar con ella!Todos estallaron en carcajadas mientras Richard hacía un puchero.—Tampoco es el fin del mundo. Al final duermo más en tu departamento que en mi casa.—¡Exacto! ¡Y si crees que no te veo cuando sales de mi casa a escondidas antes de que amanezca… bueno, te equivocas! —se burló Andrew—. Ya deja de comportarte como una adolescente y llévatelo de mi casa.Layla suspiró indecisa. No tenía miedo precisamente de sacrificar su libertad, sino de todas las cosas que Richard podía llegar a querer algún día y ella no podría darle.—¿Estás seguro de esto
Valeria respiró profundo. Había tomado clases, había leído libros, había hecho absolutamente todo lo que se suponía que debía hacer, pero nada podía prepararla para el dolor que iba a sentir.—¡Te voy a hacer la vasectomía con pincitas de manicure! —le gritó a Nick cuando le llegaba otra contracción—. ¡Y sin anestesia!Nick soportó estoicamente el apretón en los dedos y todas las maldiciones que de repente salieron de aquella linda boquita, y la acompañó en cada paso. No fue un parto difícil considerando que eran gemelas, pero aun así duró más de trece horas.La familia se aglomeró afuera de la salita de parto del hospital y si Amelia no se hubiera puesto fuerte, todos habrían entrado con ella.Finalmente Lisa fue la primera en salir, y Layla solo demoró otros cinco minutos.
Nick hizo un esfuerzo para levantarse. Necesitaba poner en orden su vida y sobre todo su cuerpo, aquellas cuatro semanas dormido no lo habían ayudado precisamente. Tocó la cama a su lado y se dio cuenta de que estaba fría, Valeria debía haberse levantado hacía rato, y él tenía los sentidos tan embotados que ni siquiera se había dado cuenta.—Nicholas Bennet, despabila que a este paso no podrás volverle a hacer el amor a tu mujer en otro mes… —se regañó, levantándose.Alice ya se había ido a la escuela y Valeria estaba en la terraza, sonriéndole al aire frío de la mañana.—¿Revoltosa? —se acercó Nick, abrazándola por la espalda—. ¿Está todo bien? ¿Por qué me dejaste solito?Valeria se dio la vuelta entre sus brazos y se rio de aquel puchero que él h