Bianca Romano fue condenada al exilio familiar y obligada a vivir con su abuela materna después de que su padre descubriera que había tenido y abandonado a un hijo a escondidas. Tras un accidente automovilístico Bianca pierde la memoria, no recuerda a su hijo, ni quien es el padre. Lorenzo Rizzo cree que la noche de la concepción de su hija Gianna, se acostó con Carmina, la prima de Bianca, por lo que se casa con ella. Poco tiempo después su esposa lo abandona dejándole la custodia de su bebé. Gianna, de cuatro años quiere por sobre todas las cosas una madre. Bianca necesita dinero con desesperación y Lorenzo una esposa que sea una mamá para su hija. Por lo que ella accede a casarse con él y ser una madre por contrato. ¿Podrá el amor unir a estas tres personas para formar una familia? ¿Descubrirá Bianca que Gianna es en realidad la hija que no recuerda?
Leer másBianca despertó de su estado de duermevela poco a poco, lo primero que hizo fue llevarse las manos a la cabeza porque le dolía de manera horrorosa.
Su mente registró que no estaba en su cama, entonces recordó que había ido a una fiesta de fin de curso en casa de la mejor amiga de su prima Carmina, seguramente se había quedado a dormir allí, frunció el ceño al no poder recordar nada.
Un segundo después otro hecho la impactó: estaba desnuda y el dolor que sentía entre los muslos le dijo que algo muy malo había pasado. Abrió los ojos confundida y con horror se dio cuenta de que a su lado había un hombre extraño, tan desnudo como ella.
Con pánico se levantó de la cama, la sangre que manchaba sus muslos le dijo que se había acostado con ese hombre. «¡Oh, Dios mío! ¿Qué he hecho? Papá va a matarme» pensó desesperada mientras las lágrimas corrían por sus mejillas. «¿Cómo pude hacer esto?» se recriminó a sí misma.
Trató de recordar si había bebido mucho en la fiesta de la amiga de Carmina, más no podía recordar nada. Su mente estaba en blanco, recogió su ropa y entró al minúsculo baño, se aseó y se secó con una toalla que volvió a mancharse con su sangre, frustrada la echó a la papelera. Se vistió y salió de puntillas.
Pensó que no podría irse sin haber visto la cara del hombre con el que se había acostado, se acercó a la cama, y el rostro más guapo y varonil que había visto en su vida le robó el aliento. Se parecía mucho a Lorenzo Rizzo, pero era un pensamiento absurdo no podía ser él, por supuesto.
El hombre jamás iría a una fiesta de universitarios.
Sus manos temblaban cuando encendió su coche, agradeció que la casa de la mejor amiga de Carmina quedara cerca del campo universitario donde ella vivía en un dormitorio. No se dio cuenta de que por una ventana a oscura Carmina la espiaba.
Carmina la vio salir y sonrió satisfecha, entró a la habitación donde Lorenzo seguía dormido, se desnudó, untó un poco de sangre artificial entre sus muslos, y se acostó al lado de Lorenzo, encima de la mancha de sangre que dejó su prima. En ese momento solo le quedaba esperar que él se despertara.
Si su plan daba resultado muy pronto se convertiría en la esposa de Lorenzo Rizzo y saldría para siempre de la casa y la tutela de su tío Dante. Con gran satisfacción pensó que al fin había logrado destruir la perfecta vida de la estúpida de su prima Bianca.
***
Lorenzo Rizzo no sabía qué demonios hacía en esa fiesta de graduados universitarios, se había dejado embaucar por Fabricio, su mejor amigo, para que lo acompañara. En ese momento estaba sentado en un sofá del salón frente a Carmina, la mejor amiga de la última conquista de Fabricio y una de las que se graduaba en esa promoción.
Cuando su amigo desapareció escalera arriba con la rubia, él se quedó a solas con Carmina, ella le miró coqueta antes de pasarle una copa de vino. Lorenzo tomó su copa con rapidez pensando en una excusa para marcharse porque la mirada de la mujer lo incomodaba, al terminar su bebida se levantó para despedirse.
―Lo lamento, Carmina, mañana debo ir a trabajar y necesito dormir, me despides de Fabricio, por favor.
―Por supuesto, no te preocupes, déjame acompañarte a la puerta ―respondió Carmina con amabilidad levantándose también.
«Menos mal que no intentó retenerme con alguna excusa ridícula porque esa mujer no me atrae para nada» pensó Lorenzo acostumbrado a verse perseguido por las mujeres.
De repente comenzó a sentirse mareado, como si en vez de haberse bebido una copa de vino se hubiese bebido una botella completa. Sacudió la cabeza intentando sacarse esa fea sensación.
―No sé qué me pasa, me siento extraño.
―Quizás has bebido mucho vino, déjame ayudarte.
Carmina pasó una mano por la cintura del hombre y lo alejó de la puerta de entrada, lo guio a través de la cocina hasta una de las habitaciones del servicio de la casa. Sacó la llave que tenía en el bolsillo, abrió la puerta y entró con él.
En la cama, estaba Bianca, drogada, desnuda y dispuesta para el sacrificio. Con mucho esfuerzo le quitó la ropa a Lorenzo y lo lanzó a la cama.
―Te deseo, Lorenzo, puedes tomarme todas las veces que quieras, me gusta el sexo rudo ―dijo Carmina al oído de Lorenzo con una sonrisa diabólica.
Después de eso, salió de la habitación y cerró la puerta. Era hora de terminar la fiesta y pedirles a todos que se fueran, Su amiga ya tenía a su hombre y su plan estaba en marcha, ya no los necesitaba.
Lorenzo sintió la tibieza del cuerpo femenino y se giró hacia la chica, su instinto se despertó, ella lo deseaba y le gustaba jugar rudo por lo que no le hizo caso al tímido no que salió de su boca, inmovilizó sus manos y se subió encima de ella para besarla con deseo.
Bianca trató de empujarlo, pero sus movimientos eran torpes, no sabía que estaba pasando. ¿Era una pesadilla? Debía serlo, desde lo sucedido con su vecino las tenía en ocasiones.
El dolor que sintió entre sus piernas hizo que arquera su cuerpo para tratar de sacárselo de encima, quería gritar, pero de su boca solo salían gemidos que el hombre confundió con deseo. Unos minutos después todo terminó.
Lorenzo se durmió profundamente, sin darse cuenta de lo que había hecho.
Despertó un par de horas después para encontrase en una cama desnudo y al lado de Carmina, la sintió moverse por lo que miró su rostro para ver si estaba despierta, quería largarse de allí lo más rápido posible.
Carmina se restregó los ojos, fingiendo que acaba de despertarse, se había hecho la dormida cuando sintió que Lorenzo despertaba, cuando sintió que el la miraba abrió los ojos y fingió sorpresa.
―¡Oh! Por Dios ¿Qué me has hecho? Mi tío va a matarme cuando se entere ―dijo con pánico en la mirada antes de romper a llorar ―¿Acaso me emborrachaste para llevarme a la cama? ―preguntó entre llantos desesperados.
Lorenzo miró sus muslos manchados de sangre y la sábana sucia y pensó «¡Oh, por Dios! ¿Qué he hecho?» Con expresión resignada le dijo:
―No te preocupes, Carmina, soy un hombre de honor, nos casaremos de inmediato.
Después de haber disfrutado en grande la celebración de su boda, Gia y Fabricio se fueron de luna de miel a las islas griegas a una casa en la playa. Carmelo se quedó con toda la familia en la casa de Sicilia que usaron durante la búsqueda de la hija perdida de Bianca. Sin embargo, sus papás no resistieron estar más de tres días sin él por lo que, de mutuo acuerdo decidieron interrumpir su viaje de novios y volar hasta Sicilia. ―Ya habrá tiempo para viajar solos cuando nuestros hijos no quieran hacerlo con nosotros ―dijo Gia. Al llegar se encontraron con la noticia de que Bianca estaba embarazada. ―¿Embarazada? ¿Cuánto tiempo tienes? ―preguntó Gia con asombro. ―Doce semanas ―respondió Bianca ―el día antes de tu boda supe que ya mi bebé no corría peligro y fue cuando se lo dije a Lorenzo. Era tu día y por eso no di la noticia. ―Serás tonta ―replicó Gia como solo las hermanas saben decir sin que suene a ofensa ―no me hubiese importado. Un abrazo acabó con toda discusión, era un día
Al día siguiente de su nueva vida, Gia se reunió con la organizadora de bodas, iba acompañada por Bianca, haciendo el papel de madre; y Julia, su suegra, tenían escasamente dos meses para organizar la boda de sus sueños. La noche anterior mientras descansaba en los brazos de Fabricio se dio cuenta de que las clases en la universidad comenzarían finalizando el verano y que chocaría con su boda; y quería disponer de unos días de luna de miel y disfrutar como familia antes de volver a la rutina. Así que solo disponían de dos meses. La lista inicial de cincuenta invitados pasó a ser de cien personas solo entre la familia y los amigos más cercanos. Por la iglesia no tendría problema porque se casaría en la capilla de su antiguo colegio que era grande y bonita. Encontraron un salón disponible en un hotel de la ciudad y lo reservaron de inmediato. Gia se dijo que sería práctica, escogería las flores disponibles de la temporada y si era necesario se decantaría por tarjetas ya listas para i
―Entonces vomitó en mis pies ―dijo Fabricio ante su audiencia.―¡Ay que asco! Gia, ¿cómo pudiste? ―preguntó Bianca.―Soy médico, ¿sabes cuantas cosas asquerosas se ven en nuestra profesión? ―respondió Fabricio.―Fabricio se lo tomó como todas las veces en que la vomité durante el embarazo de Carmelo y él no estuvo para acompañarme, levantarme el cabello y limpiar ―respondió Gia.―Nunca vomitaste en el embarazo de Carmelo ―señaló Dante.―¡Oh, papá! ¿Tenías que decir eso? ―preguntó Gia.―Sí, yo estuve allí en cada momento, y sé que no vomitaste, pero no importa, igual el doctorcito se lo merecía.―Hasta yo que soy su madre creo que lo tenía bien merecido ―dijo Julia.La risa fue general.Era el domingo siguiente y Fabricio había organizado un picnic en el jardín de los naranjos uno de los sitios más románticos de Roma. Toda la familia había sido invitada y también sus mejores amigas Laura y Gaby, cuando todos los invitados llegaron y estuvieron sentado en las mantas que se distribuyeron
―Perdón, no quería vomitarte encima ―dijo Gia con vergüenza, aunque sus ojos estaban fijos en el vómito.Fabricio no sabía si ahorcarla o abrazarla, lo que si estaba seguro es de que no la besaría.―Pasen y ubiquen el baño o alguna papelera para evitar nuevos accidentes ―respondió con calma.«Así que todo este berrinche fue porque estaba celosa» pensó con un poco de satisfacción «Y me ama, dicen que los borrachos y los niños siempre dicen la verdad» reflexionó con más satisfacción aún.Las chicas entraron, Laura y Gaby se apoderaron del sofá más grande, mientras Gia se sentó en el más pequeño, se sentía mucho mejor después de haber vomitado y si se podía estaba más avergonzada aún. Solo había ido porque quería disculparse y terminó diciéndole que lo amaba y que estaba celosa.Y encima le vomitó los pies, «¡Qué vergüenza! Dios mío»Fabricio había desaparecido en la habitación y Gia no sabía si marcharse o quedarse a esperar su regaño porque estaba segura de que de esa no saldría indemn
Fabricio salió de la habitación después de la resolución que tomó de no llamar más a Gia hasta que los ánimos estuvieran calmados, porque si por milagro ella le contestaba el teléfono le daría el sermón de su vida. Y sabía que de esa manera no lograría resolver nada. Al llegar al salón se encontró a su prima Sofía sentada hablando con Lorena, ambas especulaban en lo que había ocurrido.―Lamento haber venido sin avisar, Fabricio, es evidente que arruiné tus planes ―dijo Sofía con preocupación ―Mi tía me contó lo de tu bebé y que su madre se negaba a casarse contigo, así que asumí que aún no estabas saliendo con alguien.―No te preocupes, Sofía, estoy seguro de que las cosas con Gia se arreglaran, solo fue un malentendido. Ahora cuéntame, ¿dónde se conocieron Lorena y tú?―Lorena es una reconocida diseñadora en Londres, remodeló mi casa y nos hicimos amigas, planeamos venir a Roma en el verano y lo hicimos juntas. Cuando se enteró de que eras mi primo me pidió visitarte porque tiene un
Gia llegó al edificio y entró, saludó al portero y siguió al ascensor, el primer día que Fabricio la invitó a su casa con Carmelo, los anotó en el registro, a ella como la madre de su bebé y a Carmelo como su hijo por lo que podían entrar sin anunciarse.Subió al ascensor y cuando las puertas se cerraron el portero pensó que si debió decirle de la visita que el señor Fabricio acababa de recibir o si debió llamarlo a él para decirle que la señora Gia iba subiendo. Al final se encogió de hombros y siguió mirando su teléfono.Gia estaba nerviosa, sabía que era un atrevimiento presentarse allí o quizás estaba invadiendo su espacio personal, pero como Fabricio siempre le decía que su casa siempre estaba abierta para ella y que siempre era bien recibida no lo pensó más.Cuando las puertas se abrieron lo vio parado en el umbral de su apartamento, aunque iba vestido sus pies descalzos y cabellos húmedos le dijeron que acababa de salir de la ducha.Dos mujeres muy hermosas y de una edad simila
Último capítulo