—Pues claro que sí, ¿cómo no? —exclamó Layla riendo—. Nos vemos mañana, entonces.
—Sí, nos vemos mañana —respondió Baby por teléfono antes de colgar.
Connor y Baby llegaron al aeropuerto a la mañana siguiente para esperar al avión privado que venìa desde California.
—¡Dios! Parecemos niños nervio