CAPÍTULO 17

Las órdenes que Corono recibió fueron elegir, de entre las sirvientes ya existentes, una nueva dama que le fuera leal a él, en lugar de a la reina, pero que jamás la lastimara; también debía cancelar todas las ventanas de la habitación de la reina; y debía mantenerla vigilada veinticuatro siete; además de que dicha habitación debía prescindir de cualquier objeto que pudiera dañar a la reina.

Samia fue encarcelada en una habitación a la que solo entraba esa dama, que no podía hablar con ella, para ayudarla a bañarse y para entregarle los alimentos; entonces, noche tras noche, recibió al emperador, a quien ella no le hablaba, pues no solo estaba aterrada de él, sino que también estaba molesta y dolida.

Además, de que se encontraba en shock por todo lo ocurrido y por haber pasado días enferma y sobre esforzándose a causa del emperador buscando procrear a su heredero.

En un inicio, Samia lloraba día y noche, lamentándose por la mujer que había perdido la vida por ayudarle con su planifica
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