Capítulo 2

•Vlad Vólkov•

3 meses después...

Saboreé el trago de vodka en mi paladar y con paciencia esperé a la mujer que había citado en mi auto esa noche. Según el reloj en mi mano, no tardaría mucho en llegar.

Mi chofer se encontraba en el asiento del píloto esperando una orden de mi parte para irnos en cualquier momento, pero no me movería de ese lugar sin antes lograr mi objetivo.

Necesitaba que Ada supiera que existía y que estaba dispuesto a saber quién era, tenía meses observandola desde las sombras y anhelando por fin poder tenerla entre mis brazos.

Necesitaba conquistarla.

Luego de tanta espera, por fin había llegado el momento indicado.

La puerta a mi lado se abrió y por la misma entró la mujer que estaba esperando. Le sonreí al tenerla sentada a mi lado y ella imitó mi gesto al instante con falsedad.

No estaba nada contenta por ese encuentro, pero no le quedaba de otra. Era eso o asumir las consecuencias de no cumplir mis órdenes.

El chofer bajó del auto y nos dejó solos, tal como se lo había ordenado minutos antes.

—Buenas noches —la saludé con educación y reí al ver la mirada que me dedicó al instante.

No estaba nada contenta, y la entendía, pero aún así me importaba muy poco. Quería lograr mi objetivo y, si para eso debía mover cielo y tierra, pues lo haría.

Ella era una pieza importante en el juego que había comenzado a pesar de saber las consecuencias irremediables que podrían traer a mi vida.

—¿Para qué me citó acá, Vólkov? —preguntó de mal humor y levanté una ceja al notar su actitud desafiante.

—Requiero de tus influencias para poder llevar uno de mis planes a cabo —fuí directo al grano. Me caracterizo por ser una persona poco paciente y que aprecia su tiempo como el oro puro.

—¿Y por qué si tienes tanta gente qué contratar me buscas precisamente a mí?

—Eres una figura de poder dentro del hospital y la pieza en el tablero de ajedrez que necesito mover para poder dar jaque mate.

—No haré ningún trabajo sucio por tí —soltó rápidamente y negué sonriendo al comprender que no entendía lo que le estaba tratando de decir.

—Parece que la inteligencia que te caracteriza se te esfumó —sonreí con burla ganándome una mala mirada de su parte —. Vas a mantener a la doctora Ada Sloan fuera del área de emergencias por hoy —ordené tajante y ella me miró sorprendida y a su vez negando con la cabeza.

—¿Qué? Sabes que eso es casi imposible, ella es una de las mejores doctoras que tenemos en el hospital y cuando está de guardia es de gran ayuda para esa área —replicó al instante.

Reí al escucharla y negué rápidamente.

Me importaba un bledo si era la mejor en el área de emergencias o no, la quería fuera de ese sitio para poder llevar a cabo mi cometido y así sería.

—No te estoy preguntando si su presencia es una de las más requeridas en el área de emergencias o no —le dí un trago a mi vaso con Vodka y continúe —. Es una orden y punto.

—No sé qué te traes entre manos con esa muchacha, pero sabes que no puedo hacer lo que me pides —soltó un suspiro y me miró nuevamente —. Soy su superior, pero no puedo ir en contra de las reglas del hospital y eso lo sabes.

—Eres la directora del hospital, puedes hacer eso y más.

—Va en contra de las reglas y lo sabes —repitió.

—Para mí las reglas no existen, así que harás lo que te estoy pidiendo —ordené al instante y ella negó con la cabeza.

—¿O si no qué? —preguntó con una actitud desafiante y reí al escucharla.

Por lo visto se le había olvidado con quién estaba hablando, pues no era la primera vez que la citaba en mi auto para que hiciera el trabajo sucio por mí dentro del hospital.

—Me encargaré de cerrarte todas las puertas y de que no encuentres la manera de salir adelante con tu hijo, recuerda que el mismo está muy enfermo como para poder asistir a la escuela, por lo que no te conviene rechazar mi orden.

El color abandonó su rostro y pude notar como tragó grueso al escuchar mis palabras. Sabía que jugar con la salud de su hijo era lo más perverso que podía hacer solo para lograr mi objetivo, pero era eso o perder; y yo nunca perdía.

—Te estás metiendo con lo más preciado que tengo, eso es jugar sucio, Vlad —dijo temblando del miedo y me encongí de hombros.

Nada en la vida era justo.

—Tienes aproximadamente... —miré mi reloj y luego a ella —, dos segundos para pensarlo y darme una respuesta —le sonreí con falsa amabilidad y me miró sin decir nada.

Le di un sorbo a mi trago y sonreí con malicia.

—Recuerda la gran deuda que tienes con el banco justo ahora, puedes quedarte en la calle junto con tu hijo si me da la gana.

Volteó a verme con miedo y a la vez rabia.

—¿Por qué haces todo esto? —preguntó luego de unos segundos en silencio y la miré fijamente antes de sonreir con malicia.

—Limitate a hacer tu trabajo y punto, el dinero no cae en tu cuenta para tener que rendirte explicaciones de lo que hago o no —solté tajante y ella me miró antes de asentir.

—¿Qué me asegura que no quieres hacerle daño? Ella es una de las mejores doctoras que tenemos en el hospital y tú un hombre perverso del que definitivamente se puede esperar todo.

—Exacto, de mí puedes esperarlo todo, menos abandonar las ganas que siento de convertirla en mi mujer. 

El color abandonó su rostro y me miró con expresión de miedo; porque sabía quién era yo y lo que probablemente tenía planeado con Ada. Pero al carajo todo, nada ni nadie me haría detenerme.

—Ella nunca se fijaría en un hombre como tú, es una buena muchacha —aseguró con voz dura y sonreí al escucharla.

Aunque su comentario me había molestado un poco por llevarme la contraria, debía admitir que me estaba divirtiendo un poco con toda aquella situación.

—¿Cuánto quieres perder?

—¿De qué hablas? —preguntó confundida al no entender mis palabras.

—Apostemos, ¿Cuánto quieres perder si logro conquistar a la Doctora Ada?

—No pienso seguir cayendo en tus juegos sucios, Vólkov. Solo te advierto que te alejes de ella y no le arruines la vida, todo lo que tocas lo destruyes.

—Eso es lo más emocionante, ¿No te parece? —le di un último trago a mi bebida y dejé el vaso a un lado para luego mirarla fijamente a los ojos y añadir—, espera con ansias la invitación de nuestra boda, querida.

—Primero muerta antes que apañar tus perversos planes.

—Es una verdadera pena que no me importe en lo absoluto tu opinión —saqué del bolsillo de mi saco mi teléfono, tecleé unos segundos en el mismo y luego se lo mostré —. La necesito en esta área en media hora.

—Lo que me pides es completamente imposible, ¿Con qué excusa la enviaré al área de archivos si a ella no le corresponde esa área?

—Imaginate los millones en tu cuenta y ponte creativa, estaré en unos minutos en las instalaciones del hospital y como nada salga a mi favor, tendrás problemas conmigo —le advertí con voz dura y ella palideció al oírme.

—No me puedes presionar de esa manera, Vólkov. Necesito tiempo para poder inventarme una excusa creíble.

—Entonces pon ese cerebro a funcionar lo más rápido posible, porque en una hora exacta el ascensor del hospital se detendrá en ese piso, y como Ada no se encuentre ahí en ese momento, tú pagarás las consecuencias —advertí con voz dura.

—Está bien, solo no me involucres en nada de esto y que cumple con tu palabra —pidió y asentí.

—Un placer hacer negocios con usted, doctora Russell —dije con burla y ella me miró mal para posteriormente salir del auto azotando la puerta con fuerza y sin despedirse.

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