El silencio de la madrugada envolvía el palacio cuando Khaled despertó sobresaltado. A su lado, Mariana dormía plácidamente, su respiración acompasada contrastando con el tumulto que él sentía por dentro. Había pasado la noche inquieto, con fragmentos de conversaciones y miradas sospechosas rondando su mente. Algo no encajaba.
Se levantó con cuidado para no despertar a su esposa y caminó hacia el ventanal. La luna iluminaba los jardines del palacio con un brillo plateado que en otra ocasión le habría parecido hermoso. Esta noche, sin embargo, las sombras parecían ocultar secretos.
Desde el incidente en el mercado, Khaled había intensificado la seguridad alrededor de Mariana, pero su instinto le decía que el peligro no venía de fuera. Las miradas furtivas entre algunos miembros del consejo, las conversaciones que se interrumpían cuando él entraba