Mundo ficciónIniciar sesiónNo debería haber estado sola esa noche. Pero mis costillas fisuradas me habían dejado exhausta después del duelo con Zara, y cada respiración era un recordatorio doloroso de cuán cerca había estado de perder. Había pedido que me llevaran la cena a mi habitación, esperando poder recuperarme en la privacidad de mis aposentos antes de enfrentar otra jornada de miradas evaluativas y susurros apenas ocultos.
La sirvienta que trajo la bandeja era joven, con ojos que evitaban los míos mientras colocaba el cuenco humeante sobre la mesa junto a mi cama. Su nerviosismo debería haberme alertado, pero estaba demasiado agotada para prestar atención a las señales sutiles.
La sopa olía normal. Un caldo de hierbas y carne que era común en la Manada del Crepús







