La pregunta de Fenrir colgaba en el aire como humo, imposible de disipar. Justicia o venganza. Como si hubiera una diferencia clara cuando tu familia había sido cazada como animales.

No respondí. No podía. Porque la verdad era que mi propia pregunta me asustaba más que cualquier cosa que él pudiera hacerme.

Fenrir asintió, como si mi silencio fuera respuesta suficiente. Luego regresó a su nivel sin otra palabra, dejándome expuesta en el centro del Círculo con todos observando.

Vex me guió de vuelta a nuestro nivel. Su mandíbula estaba apretada, su mano protectora en mi espalda. Podía sentir la tensión radiando de él.

—Ese viejo bastardo sabe más de lo que dice— murmuró Theron cuando nos sentamos.

—Todos aquí saben más de lo que dicen— respondió Lydia en voz baja—. La pregunta es qui&eacut