Damon
El reloj avanza con una lentitud insoportable, como si cada tic marcara el momento en que todo lo que hemos construido, todo lo que hemos luchado por mantener, se desmoronará. Puedo sentir la presión, esa presión en el aire que me ahoga, esa sensación de que el final está más cerca que nunca. Y, sin embargo, no hay nada que pueda hacer para evitarlo.
Lo he intentado. He luchado con uñas y dientes, he derramado más sangre y sudor de lo que jamás imaginé, todo para protegerla a ella, Cassie. Pero, al final, parece que nada es suficiente. La amenaza que se cierne sobre nosotros es más oscura, más peligrosa de lo que había anticipado, y lo peor de todo es que, para protegerla, debo hacer algo que me destroza por dentro.
El sacrificio que se exige de mí es el último, el definitivo. Y lo que me duele más, lo que me consume, es que para salvarla, podría tener que perderla.
La idea me atormenta cada segundo, cada minuto. Pero sé que es lo que debo hacer. No hay otra opción.
—Damon, ¿qué