Abel
Me dejó lleno de rabia, esta mujer me supera y lo peor de todo es que no es fácil de intimidar.
— Vaya, hermano, parece que al fin alguien te deja sin palabras— Mario se ríe.
— Por favor, ¿viste como es esa mujer?
— La vi y es una chica hermosa de pies a cabeza— aclara cruzando los brazos.
— Pues toda tuya.
Me vuelvo a sentar en mi silla e intenté tranquilizarme, sé que no debí de haberla dejado esperando tanto tiempo, pero nunca pensé que montaría tal escena.
— ¿Qué es lo que quiere? — pregunta Mario.
— Ella es cardióloga en el hospital que compré y quiere que cambie los respiradores.
—¿Y qué problema hay en eso?, te lo puedes permitir, Abel.
— El problema lo tengo con ella, no soporto su actitud hacia mi persona...—