Abel
Era difícil describir lo que sentía en este momento, quería creer que no era cierto y que mi mente me estaba jugando una mala pasada por estar mucho tiempo hablando con mi pequeña, pero es imposible haber dos Teddy y dos José y que no sean las mismas personas.
—¿Qué dijiste? — cuestiona ella al oírme susurrar ese “pequeña” mientras posa su mano sobre su pecho.
Trago saliva y la miré con determinación, realmente tiene un rostro hermoso, pero ¿físicamente era mi tipo? Por supuesto que no, ella es diferente a lo que estoy acostumbrado a dejarme verme en público.
— No dije nada— carraspeé.
— Bien— añade ella y después mira al tal José—. Me das diez minutos— le pide a su amigo.
— Por mí no hay problema, hablaremos en otra ocasi&o