52. LA NATURALEZA CAZADORA

Norte de Canadá

— ¿Cómo cree que debemos proceder entonces, Comandante? — preguntó Max cuando el círculo se hubo cerrado en torno a la pequeña hoguera.

La voz de Dominic fue severa y áspera. Durante cinco días después del incidente de Lara no se había vuelto a escuchar más que su respiración en el campamento. Nadie se atrevía a molestarlo en su pena aunque era frecuente verlo vagando por la estepa con actitud sonámbula, como si le fuera imprescindible andar o de lo contrario se derrumbaría.

Sólo Max hablaba con él de cuando en cuando, y ninguno de los dos había podido descifrar por qué todo su cuerpo parecía doler aún.

— Debe ser lo que se siente cuando perdemos a alguien que hemos querido mucho. — se aventuró el muchacho un día.

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