“¿Alonso? ¿Por qué te dio esto?” Carmen arrebató el libro bruscamente. “¡Él es el Lobo Alfa, Esmeralda, no tu maestro! ¡Debería darte diamantes o un collar de oro que puedas compartir!”
Carmen agarró el brazo de Esmeralda. “¿Le mentiste? ¿Lo molestaste?”
“No, Doña Carmen. Yo... no lo sé. Él solo quería saber quién soy.”
“¡No tienes secretos que compartir! ¡No tienes a nadie en este mundo! ¡Solo eres La Flor! Si arruinas el trato, Nicolás y Alonso nos destruirán a ambas. Se están atacando por mi mercancía, ¿y ahora vienes con... un libro?” rugió contenidamente.
Carmen arrojó el libro al duro suelo de baldosas, y este se abrió, revelando imágenes tenues del antiguo emblema Lobo que gobernó España.
“Tienes que hacer que Alonso se enfade, Esmeralda,” susurró Carmen con los dientes apretados. “¡Necesito los regalos caros del Vampiro como garantía de vida, no la promesa de honor de un Lobo!”
“¿Qué debo hacer, Doña Carmen?” preguntó Esmeralda.
“¡Tienes que hacer que discutan, pero no demasia