C98- SANGRE, AMOR Y TORMENTO.

La puerta se abrió de golpe y Stefan apareció en el umbral, empapado, su ropa oscura pegada al cuerpo y manchada de un rojo. Stefan avanzó y su respiración era pesada.

Camille se quedó inmóvil, los brazos aferrados a su bata de seda.

—No es mi sangre —gruñó.

Y ella lo entendio, al instante: El juez estaba muerto.

La noticia no llegó en palabras, sino en la mirada salvaje de Stefan, en las manchas que cubrían sus manos. Y un alivio agridulce la atravesó, seguido de un escalofrío. Él lo había hecho por ella y eso la asustaba casi tanto como la excitaba.

Tragó saliva.

Sabía lo que significaba.

Nadie más la tocaría.

Nadie más la obligaría a sonreír, a aguantar, a fingir.

Pero el hombre frente a ella no era solo su salvador. Era un monstruo. Y la quería para sí.

Y antes de que pudiera reaccionar, Stefan la agarró de la cintura, sus dedos ensangrentados hundiéndose en la tela blanca.

—Nadie más —rugió contra su boca antes de devorarla. —Nadie mas