¿¡Cómo es capaz de no morir ahora?! Gabriel la tiene acorralada de repente y todo su pensamiento se eclipsa y se marcha de su mente. En el momento no sabe qué hacer porque su mente está tratando de no dejarla sola ahora ya que todo es repentino, sin dejarle la posibilidad de pensar.—Lo que me hiciste no tiene perdón ni de Dios —Gabriel la acorrala contra la columna sin dejar de apretar su muñeca—, soy la burla de la ciudad y del pueblo también. Lo que me hiciste —Gabriel actúa bajo los efectos de la rabia y es demasiado peligroso entablar una conversación teniéndolo de ésta manera—, lo vas a pagar muy caro.—¡Señor Gabriel! —grita Issie tomándose el rostro con horror al observar la escena.—Suéltame —Angelina clava sus uñas en los nudillos de Gabriel—, suéltame, Gabriel. O no respondo. Quítame las manos de encima —exige Angelina de inmediato—, ¿Quién te crees que eres para tratarme de esta forma? ¡Suéltame!—Quién diría que estabas esperando sacar las garras, pero sentenciaste tu pr
El grito que suelta Angelina repercute en todo el salón. No puede creer lo que ha sucedido. Gabriel disparó. Lo hizo. Y con eso el alma de Angelina salió de su alma pero el único motivo por sentirse que se ha quedado sin alma es porque la bala soltó pedazos de la columna a la izquierda, dejando un rastro del monolito tirado en la costosa cerámica. La maniobra de Giancarlo los aturdió tanto a Gabriel y a Angelina ya que Giancarlo giró el arma mucho antes de que Gabriel tirará de ella y también se la arrebató de sus manos antes de un parpadeo. Pero el disparo fue inevitable y el susto lo causó debido a la rapidez de los movimientos. ¿Qué carajos acaba de pasar?—No puedo creer esto —Isabella se pone sus uñas en el puente de su nariz. Angelina está demasiado petrificada para decir algo más y lo más probable es que no pueda hablar porque ésta situación se le ha salido de las manos. Sus piernas flaquean pero aún así observa a Giancarlo. Siempre es lo mismo con él porque aparenta e
Difícil es mantenerse de pie cuando la última persona en el mundo que había pensado que aparecería está frente a sus ojos.Genoveva De Santis es la primogénita de su abuela, y si su madre está aquí luego de todo lo que sucedió es porque algo tiene qué decir. ¿Sabrá lo de Giancarlo? ¿Sabe de su futuro matrimonio?—Madre —pronuncia entonces Angelina dándose la vuelta hacia ella—, ¿Cómo es posible que estés aquí?Genoveva observa a su hija con una afilada mirada que Angelina es incapaz de sostener y aparta el rostro para poder cesar sus mejillas rojas por la impresión.—¿Qué es lo que estabas pensando? —aún así su madre da pasos hacia ella. Nota a los escoltas, dos de ellos que están custodiando la seguridad de Genoveva. Madre e hija vuelven a verse—, no sabes…cómo está la reputación de los De Santis después de tu extraordinaria decisión —Genoveva lleva uñas rojas y un bolso de mano plateado y con una de sus uñas agarra la barbilla de Angelina—, ¿En qué pensabas? —está lo bastante cerca
Ahora que están unidos como marido y mujer las cosas han cambiado. Si Giancarlo acaricia su pierna es debido a la tensión que no pueden ocultar, pero no van a dejarse caer tan fácilmente. Aún recuerda las palabras de su madre “Mantente casta.” ¿No tocar a ningún hombre? ¿Qué es lo que hará ahora que tiene un esposo que es la tentación vuelta unos ojos, unos labios, un cuerpo mismo? No negará que desde que vio a Giancarlo meses atrás por primera vez hubo cierto destello dentro de ella que nunca antes había sentido. Nunca ha estado con un hombre como para experimentar de lleno lo que es entregarse a uno, y sentir esas sensaciones son demasiado nuevas para ella, y Giancarlo ha sido éste hombre que ha despertado una instigación a lo desconocido. Giancarlo emana poder, misterio y un estímulo indescriptible que tiene que guardarse para sí misma porque sigue siendo un Mancini. Ni siquiera lo piensa cuando coloca su palma en su pecho, y es clara la tensión sexual entre ellos pero ninguno es
Angelina se atraganta con el desayuno que se lleva a la boca cuando el nombre de su abuela aparece, arruinando su paz por completo. El escalofrío que la recorre de pies a cabeza la mantiene en blanco unos solos segundos y se levanta de la silla sin quitarle los ojos a Ruby, quien también la observa con un deje de pánico. Aunque quiere con todas sus fuerzas negar ésta petición de su abuela, lo más probable es que no pueda porque si hay algo a lo que ha temido toda su vida, esa es Damiana De Santis.Necesita aparentar tranquilidad, y eso es lo que hará de ahora en adelante porque ya es una mujer casada, y peor: casada con un Mancini.—Señora…—Yo la atenderé. ¿En dónde está? —Angelina se alisa su vestido a la medida ceñido a sus curvas. Lleva su cabello negro caído como cascada en su hombro y un maquillaje que resalta sus enigmáticos ojos azules. Vestirse así siempre siempre fue idea de su abuela.—Ya está esperando por usted, señora —Ruby le señala el pasillo. Angelina comienza a mo
—¿Por qué me haces esto…?La voz ahogada de Angelina está lejos de tranquilizarse. Un sollozo y una súplica mezclada con rabia. Su mejilla sigue enrojecida y suda frío porque la mirada fija de Damiana en ella es como si le diera el permiso para que lea sus pensamientos: sin escapatoria.—¿Ya se te olvidó lo que le hicieron a tu abuelo? —conoce perfectamente la historia contada de ambas familias. Los De Santis y los Mancini vivieron una época donde dentro de sus familias sólo había sangre, odio y soberbia por el poder. Y en esas batallas por mantenerse en el poder, su abuelo salió perjudicado. Es increíble que Damiana siga diciéndoselo una y otra vez, como si tuviese que saberlo para poder respirar—, hay que hacerles creer que la tregua ya está hecha: pero lo que nos hicieron no se borrará tan fácilmente —y Damiana se toma de las manos con aires solemne y vuelve a mirar a Angelina de la misma forma que en todos estos años: sin una pizca de amor, sólo indiferencia—, se hará una fiesta d
Debe haber un error. ¿Cuántas personas en el mundo tienen ese mismo nombre y apellido? Tal vez sólo sea una coincidencia. Pero el rostro de Issie está paralizado y se ha quedado sin habla también. Angelina observa que la mujer simplemente sonríe con amabilidad. No hay porqué alarmarse. —Señora Vitelo —empieza Issie tragando saliva y acercándose hacia Angelina, pasando sus ojos hacia la nueva mujer—, disculpeme, no la había visto. —Está todo bien —responde Chiara con una voz suave y amable. Luego sus ojos viajan hasta Angelina. Estira su mano hacia ella—, es un placer. Soy Chiara Vitelo, trabajo en esta compañía. No esperaba verte tan pronto. Angelina observa su mano y no espera para estrecharla por mera cortesía. —Angelina De Santis. —Oh, sí. Sé muy bien que eres —Chiara da un apretón con la misma suavidad y da un paso hacia atrás—, felicitaciones. Acabo de enterarme que Giancarlo es tu esposo. Vaya, algo impresionante pero, mil felicitaciones. Tiene que tomarse de las manos por
Sin respiración, sin saber cómo salir de éste laberinto o cómo volverse invisible y desaparecer de sus manos. Angelina observa todo el rostro de Giancarlo no con impresión, sino con ansiedad, como si estuviera esperando algún otro movimiento. Con sus mejillas sonrojadas, sus labios húmedos y los ojos expectantes y llenos de un brillo que Giancarlo puede compararlos con las billones de estrellas en el cielo. El azul en los ojos de Angelina es ahora su cielo. Verla tan cerca de él, teniendola sólo a su merced y poniendola nerviosa se ha vuelto su vicio, y no cometerá el error de ignorar la reacción que tiene el cuerpo de Angelina cuando la toca o apenas la roza. Es divertido para él como ella se niega una y otra vez de lo que siente. Ella sóla se le delata y más ahora, que con un sólo movimiento de su cuello puede desaparecer la distancia que los une. Ni siquiera ha probado esos labios. Unos labios rojos y hermosos que deben ser algo no digno de este mundo porque Angelina o es un á