Capítulo 22

Cristina caminaba de un lado a otro en su habitación. El corazón le latía con fuerza, como si quisiera escaparse de su pecho. Había llegado el momento que tantas veces había postergado, el momento de contarle a Isaac una parte de la verdad. Miró el reloj; la noche avanzaba y el silencio del hotel era casi absoluto. Decidió que no podía esperar más.

Con pasos lentos, salió de su cuarto y caminó hacia la habitación de su hijo. Se detuvo frente a la puerta, respiró hondo y tocó con suavidad.

—Isaac, ¿estás aún despierto, hijo?

Del otro lado se escuchó la voz infantil, un poco cansada, pero atenta.

—Sí, mami…

Cristina abrió la puerta y lo vio sentado en la cama, con la laptop todavía encendida frente a él. Isaac levantó la mirada, curioso, pero se sorprendió al ver que su madre no decía nada. Ella se quedó allí, junto al marco, mirándolo con una expresión extraña, como si luchara contra sus propios pensamientos.

—¿Estás bien, mamá? —preguntó el niño con calma—. ¿Por qué te quedaste parada
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