– El refugio de la verdad
El sol de la mañana se filtraba suavemente a través de unas cortinas de algodón claro, muy distintas a los pesados cortinajes de terciopelo de la mansión Caruso. Óscar abrió los ojos con lentitud, sintiendo una extraña ligereza en la cabeza. Por un momento, la desorientación lo invadió. El techo era más bajo, el aire olía a café recién hecho y a pan tostado, y el silencio no era el vacío sepulcral de su casa, sino uno lleno de vida doméstica.
Al incorporarse, se dio cuenta de que no estaba en su habitación. Los recuerdos de la noche anterior regresaron en ráfagas: el alcohol, el dolor lacerante de la traición de Roxana, y la mano firme de Elena, su secretaria, guiándolo fuera del bar.
Óscar salió de la habitación con pasos cautelosos. El apartamento de Elena era pequeño pero impecable, lleno de detalles que hablaban de un hogar construido con esfuerzo y cariño. Siguió el aroma que provenía de la cocina y allí la vio. Elena estaba de espaldas, moviéndose con a