— No. No. No — canto en tono serio — No voy a tomar tu tarjeta.
Renzo me regala una mirada brillante.
Está de pie, en medio de la habitación, vistiendo solo los pantalones de pijama y el torso descubierto, mientras me tiende su tarjeta de crédito extendida.
— Solo cógela y compra algunas cosas — se lleva la mano y aprieta el puente de su nariz — Mi hermana va a pensar que soy un tacaño. Se supone que eres mi esposa.
Resoplo.
— No me siento cómoda.
— Solo tómala y compra lo que creas conveniente.
— Renzo.
— No discutamos por esto, es muy temprano.
Ruedo los ojos.
Por más que quiera discutir, sé que tiene razón. Le quito la tarjeta y la meto en mi bolso.
— Eres un insufrible. — Susurro.
Lo escucho reírse entre dientes.
Lo veo meterse al baño, mientras yo me voy al vestidor para prepararme para el día que me espera justo a Bianca.
Me pongo unos vaqueros ajustados, un blusón, largo, sin mangas, color blanco. Y, arreglo mi cabello.
Estoy sentada en el banquillo, en medio del vestidor ponié