POV Ángela.
La madrugada nos envolvió por completo. La huida se sintió abrupta, pasando del desorden al frío amanecer. Nos alejamos de esa mansión en ruinas como sombras, con el sabor a humo y sangre en la garganta.
No intercambiamos palabras. No era posible. Cada segundo era valioso. Cada giro, una posible bala oculta en la oscuridad. Salimos del túnel por un camino secreto que solo Bruno y Draco conocían. En un claro del bosque, encontramos una camioneta negra, disimulada, lista para desaparecer sin dejar rastro.
Bruno ocupó el asiento del conductor. Fabiola tenía una herida en el brazo que cure mientras avanzamos, pero su mirada era decidida. Draco se sentó a su lado, manteniéndose alerta. Observé el perfil de Bruno mientras manejaba. La tensión se marcaba en su mandíbula, su camisa estaba abierta, mostrando restos de ceniza y una pequeña herida en el hombro que no me dejo atender, según él no era importante.
Y entonces lo recordé. El beso.
Todavía flotaba entre nosotros. No habíam