CAPÍTULO 41  

POV Bruno.

Los días en la isla eran un espejismo. El sol quemaba suave, el mar susurraba como si el mundo entero hubiera decidido darnos un respiro, y yo... yo casi me lo creía. Casi. Veía a Ángela con Gisel en el jardín, la niña riendo mientras perseguía mariposas, Ángela embarazada hasta los ojos, con esa barriga enorme y redonda que me hacía sonreír como idiota cada vez que la tocaba y sentía a mis hijas dar patadas como si ya quisieran salir a pelear. Por un momento me permití imaginar que esto era real: una familia. Una vida sin balas. Sin sangre en las manos.

Pero yo sabía que no. No todavía.

En mi interior, una cuenta pendiente me comía vivo. Un nombre que repetía en la cabeza cada noche cuando el sueño no llegaba: Casandra. La Viuda. La puta que había intentado matarme, que había secuestrado a Gisel, que había puesto precio a la cabeza de mi mujer y mis hijas nonatas. Cada vez que veía a Ángela acariciarse el vientre, sentía la rabia subir como bilis. No podía empezar esta vid
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