Capítulo 51

Luego de la deliciosa y suculenta comida, la niña les interpretó una alegre canción en la guitarra, invitándolos a acompañarla con las palmas y haciéndole coros.

Don Leonardo, internamente, solo quería prolongar el tiempo, de vez en cuando observaba su reloj deseando que los minutos no hubieran avanzado, pero inexplicablemente, los momentos que más se disfrutan parecieran que pasan más rápido.

–¿Sabes?, cuando veníamos para acá mi hijo me advirtió del cambio en tu apariencia, pero voy a ser muy imprudente porque no puedo evitar comentar lo extraordinario del color en tus ojos, es precioso ese violeta.

–Muchísimas gracias, pero no se imagina los inconvenientes que me causó esta imagen en la preparatoria, todos querían tomarme fotos y me hacían sentir realmente incómoda, así que decidí que no soportaría lo mismo en la universidad por lo que teñí mi cabello y comencé a utilizar lentillas oscuras.

–Papá, hay algo que no sabes y es que Elizabe
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