Al salir Emma de la habitación, ya con una camiseta en color gris puesta, se dio cuenta de que Noah continuaba recogiendo los trozos de vajilla que había por todos lados.
-Señor Connor, no es necesario que lo haga, de verdad, deje las cosas así, yo tengo una pregunta que hacerle, dijo ella recogiendo los trozos de la vajilla después de ver que el hombre no dejaba de hacerlo.
-Déjame hacerlo, solo no quiero que te cortes con algún trozo de porcelana, dijo él sonando lo más dulce del mundo.
-Gracias, pero entonces le ayudaré, no soy tan inútil como cree, dijo ella sonriendo.
Él solamente la miró con un poco de tristeza reflejada en su rostro, algo había dicho o hecho Emma que le había causado ese sentimiento al hombre.
-¿Señor Connor, que estaba haciendo usted acá? No es un reproche, porque de verdad le agradezco a Dios que apareciera, pero no entiendo que pasó.
-Venía a buscarla porque hablé con mi contador y parece que lo de la empresa de su padre, se soluciona con una declaración jurada y algo de dinero, creo que si es conveniente que hable personalmente con él y que le explique realmente como están las cosas, hay otras empresas a las que Sommer le lleva la contabilidad, por las que no hay nada que hacer, Oscar Thomson está preso por la injusticia que hizo este desgraciado, su padre no estará en este problema, porque no dio tiempo a que firmara el reporte anual de las declaraciones del fisco, pero era algo que Sommer planeaba hacer este fin de semana, solo que por su boda, su padre dejó para hoy lunes la firma.
-No puede ser, hay que avisarle a papá que no firme absolutamente nada.
-No se preocupe, no lo hará, Sommer ha salido del país, no se tiene idea de donde pueda estar, ya un equipo de investigación está trabajando para dar con él y bueno, ver que se puede hacer con eso.
-Entiendo, de verdad señor Connor, no tengo con que pagarle el hecho de que me esté ayudando tanto, bueno, imagino que es por mi padre, él siempre ha sido un hombre honrado y trabajador.
-Sí, no te preocupes, dijo Noah tras terminar de recoger todos los pedazos de porcelana y poniéndolos en el cesto de basura.
-No creo que sea buena idea que te quedes a dormir aquí hoy, si quieres te llevo a algún lugar, o si prefieres puedes volver a mi apartamento, por mi no hay problema que te quedes allá por algunos días, yo trabajo todos los días, así que no te molestaré, sino me quedaré a dormir en mi oficina, así tendrás mi apartamento solo para ti.
-No, no es necesario gracias, mi auto está en casa de mis padres, así que llamaré un taxi para que me lleve, creo que ya lo he incomodado mucho señor Connor, estando en su casa y casi provocando que tuviera un accidente lanzándome a su auto.
-No se preocupe Emma, de verdad ha sido un enorme placer poder ayudarle aunque sea un poco, le propongo algo; qué tal si la llevo a casa de sus padres y así de paso hablo con don Marco y le explico la situación por la que estamos pasando.
-Claro que si, se lo agradezco, sinceramente prefiero no quedarme hoy acá, creo que no es seguro al menos hasta que cambien las cerraduras.
De camino a casa de los padres de Emma, la plática se había hecho un poco más amena, ya no eran problemas, sino Noah contando un poco de sus historias divertidas, de cómo aprendió equitación o a jugar golf, la vez que se cayó de un caballo o cuando golpeó con el palo de golf a su profesor provocándole una fractura en el fémur; él lo contaba de una manera graciosa en donde hacía reír a Emma, ella por momentos trataba de contener su risa, pero le ganaba la gracia de la historia de Noah.
-Emma, quieres acompañarme a cenar a un lugar, desde que era niño no voy a comer ahí, me encantaba, iba con mi padre y nos divertíamos mucho, está muy cerca de aquí, ¿sí, me acompañas, o no tienes hambre?
Emma no tenía otra opción, el señor Noah Connor se había comportado como todo un caballero, aparte la había salvado ya por segunda vez, así que como decirle que no al hombre de aquellos ojos encantadores.
-¿Un lugar por acá cerca, no conozco ningún restaurante por acá, dijo ella levantando su ceja derecha?
-Ya lo verás, espero y te guste como a mí.
Después de cinco minutos de conducir el lujoso auto se estacionó frente a un pequeño puesto de comidas, con un rotulo que tenía una hamburguesa y unas papas fritas pintadas, el lugar se veía muy pintoresco; Emma al ver el rostro de Noah al observar el rotulo sonrió, parecía un niño el día de navidad abriendo sus juguetes.
-¿Qué pasa Emma, no bajas? Preguntó él cuando abrió la puerta del lado de Emma.
-Por supuesto que sí, amo estos lugares, jamás imaginé que por acá había un lugar como este y lo que más me asombra es que usted señor Connor, le guste cenar en un lugar como estos.
-Ya ves, tal vez si te das la oportunidad de conocer a tu ogro jefe, sabrías que soy la persona más sencilla del universo, solamente que con mis empleados, debo parecer que soy una completo ogro, es mi manera de imponer respeto, dijo él giñando un ojo a la chica.
-Bueno señor Connor, como lo voy a conocer mejor, si soy su empleada y mañana aparecerá el ogro otra vez.
-Bueno, mañana no, tiene todas las dos semanas libres, así que si así lo desea, podría acompañarme al cine mañana.
-Mañana voy a trabajar señor Connor, no voy a quedarme en casa lamentándome por un infeliz que no merece nada de mí.
-Tómese su tiempo señorita, de verdad no es necesario que vaya mañana a trabajar, dijo él intentando que Emma se diera cuenta que deseaba pasar más tiempo con ella.
En ese momento fueron interrumpidos por la mesera del lugar, una mujer de mediana edad, con una camisa y un overol, un poco gracioso el uniforme que llevaba.
-Buenas noches jóvenes, ¿Que desean ordenar?
-¿Aún venden la hamburguesa de dos tortas, tocineta, queso y muchos pepinillos?
-Claro que si joven, es la especialidad de la casa.
-Entonces esa quiero, con un vaso gigante de limonada y unas papas grandes también.
-¿Señora, usted pedirá lo mismo que su esposo?, preguntó la mesera a Emma.
Emma se ruborizó un poco al escuchar a la mujer.
-Si por favor, lo mismo que mi esposo, dijo ella riendo.
-Bueno, si soy tu esposo, debería usted señorita Wrigth acompañarme mañana al cine, deseo ver una película y no tengo quien me acompañe.
Emma riendo de manera natural, solamente se limitó a contestar;
-Vamos a ver señor Connor, siendo usted un hombre atractivo y educado, bastante agradable diría yo, como es posible que me esté invitando a ver una película a mí, a su empleada, me imagino que habrá muchas chicas que desean acompañarlo al cine.
-Tal vez, pero deseo que sea usted quien me acompañe, dijo él, ah y gracias por lo de atractivo, no lo sabía, espero que usted señorita Emma, no sea una mujer mentirosa, porque eso rompería mi corazón, dijo él haciéndola reír.
-Vamos Emma, dígame que si, insistió él volviendo a ser salvado por la mesera del lugar, quien servía su orden.