— ¿Sabes muy bien que eso es una trampa?, ¿cierto?
Fabio le dijo a su hermano, levantándose del asiento y volviendo a pasearse como un tigre enjaulado por el despacho.
— Lo sé – Stefano suspiró desesperado.
Beatrice les había dicho sus condiciones, como sospecharon, incluía ceder conexiones de sus negocios turbios, además de sacar a su hija de prisión.
Los estaba citando a un almacén alejado y ellos tenían bien claro que si eran tan idiotas como para ir de mansos, no solo Carlotta, si no todos volarían por los aires.
— Es obvio que trabaja para alguno de nuestros enemigos, hice una lista…
— ¡¿Y qué cojones hacemos con tu listica Stefano?! ¿Buscamos en sus casas uno por uno? - ¡BAM!
Fabio golpeó la mesa con las dos palmas de las manos.
— Tomemos a la hija de esa desgraciada y hasta que no nos dé a Carlotta no la soltamos. ¡Le volaré los sesos personalmente!
— ¡No basta con eso Fabio! – Stefano se levantó también alterado
— ¡Eres un maldit0 mafioso calculador!, ¿no me digas