— Yo… lamento molestar – Deborah volvió a disculparse por milésima vez.
Ambas sentadas en el asiento de atrás del BMW con el chofer guardaespaldas manejando
— Deborah, mujer, parece que estamos conduciendo al infiern0, por favor ya no te disculpes más, me pediste que te adelantáramos hasta la casa de tu tía por una emergencia y eso hacemos – Carlotta no entendía por qué tanta angustia.
— Es que… — Deborah se mordió el labio inferior con indecisión, pero al final no confesó.
— Tenías planes urgentes, seguro querías irle a decir a tu novio la buena noticia y yo te estoy retrasando.
— Bueno, es verdad que queda un poquito lejos y fuera de la ciudad, pero será una hora si acaso de retraso, no es grave – Carlotta subió los hombros sin importancia.
La conversación cambió, pero la mente de la morena seguía en lo mismo.
Le habían pedido desviar a Carlotta por esta ruta con una excusa.
Se agarraba las manos en el regazo con nerviosismo.
Miró a la espalda ancha del hombre que conducía, había u