— Carlotta, amor, no estoy ahora mismo en la casa… sí, ya sé que fui quien te llamó, pero me surgió una emergencia – Fabio le hablaba por el móvil y Carlotta se detuvo.
Ya iba a abrir la puerta de cristal del lujoso condominio de departamentos.
— Entonces, ¿me marcho? Otro día…
— No, no, regreso rápido pequeña, te sabes la contraseña, sube y ponte cómoda, pide comida para llevar, lo que desees, es tu casa, estoy de vuelta en 15 minutos, lo prometo.
Carlotta colgó suspirando y decidió subir.
De hecho, esto le convenía para los planes que tenía en mente.
Estaba indecisa y llena de dudas, quería buscar alguna pista de los asuntos del ducado, ¿de verdad traficaban con drogas y armas?, ¿quizás con mujeres para la prostitución?
No quería ni imaginar esa posibilidad, porque si drogas y armas ya era muy malo, lo último sí que era imperdonable para ella.
Dejó su bolso sobre el sofá y con disimulo fue a la cocina, sus ojos escaneaban sutilmente la presencia de cámaras.
Si de verdad era un mafi