Llamó y las credenciales del hombre no eran falsas para nada.
— Bien, aquí me tiene, ahora dígame ¿qué desea de mí? – le preguntó, sentados en una mesa discreta de la cafetería frente a la universidad.
A esta hora no había casi nadie.
— Sra. Carlotta, mire esta evidencia que encontré hace poco – le dijo pasándole una carpeta.
A esta información, se le sumó también el descubrimiento que había hecho Beatrice de Fabio.
— Este niño, se me hace conocido – tomó una fotografía de Fabio de pequeño.
— Claro, porque ese niño se quedó viviendo en su casa unos días y fue la causa principal de la muerte de su madre— el hombre canoso, con todo el aspecto de ser un policía respetable, le explicó.
— ¿Cómo puede ser eso posible? – Carlotta no lo creía.
— Usted no recuerda bien, era muy pequeña. Su madre se había divorciado y vivían en los suburbios. Un día apareció con este niño misterioso que se encontró vagando por las calles y a la semana, encontraron a su madre muerta en un callejón y el niño desa