Descubrió que lo que sentía por Valentina no era genuino, no se parecía en nada a esto, solo era una enfermiza obsesión, el capricho de un niño mimado.
Carlotta solo observaba la invitación.
Stefano levantó su mano poco a poco, para acariciar su pálida mejilla, pero de un momento a otro…
Ras, ras, ras
Carlotta rasgó la invitación justo en su cara.
— Creo que te equivocaste de nombre, hubieses puesto Valentina o quien te diera la gana. Una cualquiera como yo no tiene derecho a llevar tu preciado título.
A pesar de estar muriendo por dentro, quebrada, se mantuvo firme, y le tiró los pedazos de la invitación en la cara.
— Lo único que quiero de ti Duque de Vallucci es la sentencia de divorcio y te dejo libre para que te cases con quien desees.
— No te lo daré.
Stefano se levantó de la cama, con la mirada seria, sabía muy bien que hoy no llegarían a nada.
Ella estaba demasiado herida, ofuscada. Una disculpa no sería suficiente para lo que le hicieron.
— Nunca te lo daré. Hablemos cuando t