—… Sí que cutre pft ¿cómo dejaron pasar a alguien tan desarreglada?
La Duquesa sabía muy bien que hablaban de ella.
Eran unas elegantes secretarias, peinadas con pulcritud, faldas de tubos sin una arruga y creyéndose más dueñas que el propio Duque.
Carlotta bajó con disimulo la mirada y vio que no estaba mal, incluso hoy llevaba un vestido blanco, sencillo pero fresco y unas sandalias planas.
Se metió un mechón de pelo corto detrás de la oreja y decidió no amargarse el día.
Cuando el elevador llegó, iba a entrar de primera, porque de hecho, fue la primera en estar esperando, pero una de las secretarias, intentó pasar al mismo tiempo que ella.
— ¡Oh, por Dios, mi café! – dijo en un tono aparentemente molesto y asombrado, chocando con la peli castaña y echándole prácticamente encima el resto de su bebida.
— ¿Acaso no mira por dónde va? – la Duquesa respondió.
La miró con enojo, separando la tela blanca manchada de su pecho y abanicando para no quemarse la piel.
— Disculpa, ¿me pareció q