Sus ojos pestañearon incómodos por la luz. ¿Qué había sucedido?
— ¿Carlotta? ¿Carlotta? – una voz masculina la hizo girar la cabeza con algo de molestias y ver el apuesto rostro de un hombre.
— ¿Guarda… guardaespaldas? – le preguntó con la voz ronca y reseca.
— No te esfuerces, llamaré al doctor – Fabio enseguida pulsó el botón rojo de emergencias.
Carlotta se vio siendo examinada y revisada por todos lados.
Respondió lo mejor que pudo a las preguntas que le hacían y poco a poco, los recuerdos de la noche anterior llegaron a su mente.
— ¿El Duque está bien? – le preguntó a Fabio cuando se quedaron de nuevo a solas.
— Sí, él está bien. Carlotta, ¿qué hacías encerrada en la casona vieja?
Ella comenzó a relatarle los hechos y el hombre fruncía más y más el ceño.
Era obvio que alguien se la había jugado, si tenía alguna duda, se le despejó.
— Espera un momento— le dijo de un momento a otro, viendo como ella se pasaba la lengua por los labios agrietados y resecos.
Agarró un pa