Al otro día muy temprano, escuchó ruidos provenientes de la habitación de Enzo, no pasó mucho cuando, luego de dos toquidos, él abrió la puerta de comunicación y le dijo:
–Prepárate, vamos a trabajar, hoy tengo un día muy ocupado en la empresa.
Ella en silencio se incorporó en la cama, sentía la mirada de él que no se perdía ninguno de sus movimientos, tendió su cama por costumbre y caminó al baño, luego de buscar en el armario su vestuario del día.
Cuando salió de la habitación la esperaba uno de los guardias de Enzo, la acompañó hasta el automóvil y fue el encargado de abrirle la puerta, ya su esposo estaba sentado y revisando su teléfono, por lo que no le prestó atención al entrar, hasta que su estómago rugi&