Olivia al no recibir una respuesta por parte de Dante, tuvo la genial idea de entrar a la habitación, entró con la luz apagada y se metió bajo las sabanas, la sorpresa fue cuando descubrió que Dante no estaba en su cama.
Ella bajó a la cocina y al estudio, pero el hombre no estaba por ninguna parte, Dante, Dante gritaba ella.
-Señorita, disculpe, dijo uno de los guardas de seguridad de la mansión, el señor Fabbri salió a eso de las diez, dijo que no volvería, que usted se quedaría en la mansión por algún tiempo, así que si puedo ayudarla, solo dígame.
-¿Qué, cómo que Dante no está, a donde fue? Y claro que no, no me puedes ayudar en nada, tu solo ve a vigilar el patio infeliz, dijo la mujer muy molesta al ver que estaba muy equivocada con su pensamiento de que recuperar a Dante sería fácil.
Cuando Olivia dijo que se quedaba, Dante supuso cual sería su paso a seguir, la escena de celos que había hecho se lo decía todo, la chica seguía con algún sentimiento y no era correspondida por parte del CEO, así que se marchó para el apartamento en el piso cincuenta del edificio de la empresa, ahí tenía ropa y todo lo que necesitaba, esa noche Dante no durmió muy bien pensando en Zaira, esa mujer lo volvía loco, eso era seguro.
Un mensaje de Martha casi después de que los dos se marcharon del puesto de comida rápida, se lo había confirmado.
-Mi corazón, yo sé que tu eres muy inteligente y que no necesitas un concejo de una vieja como yo, pero esa chica hermosa Zaira, ella es la mujer que te conviene, hermosa, humilde e inteligente, además, he notado como te mira, ella siente algo por ti, esta vieja ha vivido mucho y sabe de lo que te habla.
Dante al comentario de Martha solamente había respondido, “estoy seguro que es la mujer de mi vida, pero lo nuestro es imposible” Dante no le explicó a Martha nada, así que ella pensó que seguramente la chica era casada o algo por el estilo.
Mientras que el hombre se desvelaba, Zaira en su cama no dejaba de pensar en la sonrisa del hombre, a ella le movía el piso aquel hombre como nadie.
A eso de las seis de la mañana Dante se daba una ducha con agua fría para comenzar el día, no desayunó, se sentía agotado por la noche que había pasado.
Cuando Zaira entró al elevador, se encontró a Olivia, definitivamente parecía una modelo de pasarela, con una mini falda en color negro y una pequeña blusa ajustada a su cuerpo, todo bajo un abrigo de Chanel, se veía espectacular con sus botas altas.
Zaira mientras tanto, vestía tipo ejecutivo, una falda tipo lápiz color negra, una blusa manga larga en un tono beige, con unos tacones de aguja y un bolso que combinaba, ella se veía hermosa, su cabello estaba recogido en una coleta alta y su maquillaje muy diferente al de Olivia que exageraba con el color, Zaira por el contrario, algo sutil.
Olivia tomó el teléfono y decía, “sí, anoche me quedé en casa de Dante, volvimos a ser pareja nuevamente, no sabes la noche que pasamos juntos, anoche aquí en la empresa nos besamos y en la noche ya tu sabes” la mujer lo hacía sin mirar a Zaira, dándoselas de importante.
Zaira no podía reclamar nada, ya que Dante y ella eran solamente jefe y empleada, en cambio Olivia era la novia, y ella había sido testigo del apasionado beso entre los dos.
-Sí, sí, creo que me pedirá matrimonio, anoche estuvimos hasta la madrugada hablando sobre el tema, quiere un hijo mío y que deje de trabajar, seguramente me instalaré en Italia, abriré un laboratorio y es seguro que Dante será quien pague por él, conociéndolo, ayer cuando le plantee el proyecto le gustó mucho.
-Buenos días Susana, dijo Zaira, mientras que Olivia seguía su camino hacia la oficina de Dante, en donde él estaba desde las seis treinta de la mañana.
-Esperaré a Dante en su oficina, dijo Olivia entrando sin tocar.
-Buenos días señorita Smith, dijo Susana amablemente.
-Susana, podría dejar de decirme “señorita Smith”, solo dígame Zaira, no pasa nada, somos compañeras de trabajo.
-Al señor Fabbri no le gusta este tipo de confianza señorita.
-Bueno, eso es el señor Fabbri, ya hablaré con él del tema, pero por favor, solo dígame Zaira, dijo ella riendo.
-El señor Fabbri la está esperando en su oficina.
-Gracias Susana, pero esperaré a que Olivia termine con su tema, esa mujer no me gusta mucho y sé que no le caigo para nada bien.
-Ay señorita, ella a nadie nos gusta, dijo Susana sincerándose con Zaira quien solamente sonrió.
-¿Susana, Smith ya llegó, dígale por favor que venga a mi oficina? dijo Dante.
Sí señor, estoy en el área de recursos humanos, en un momento le informo.
Susana hizo lo que su jefe le pidió.
Ni Zaira ni Susana, sabían si Olivia había salido de la oficina de Dante, así que no sabía que iba a encontrar.
-¿Estará ella ahí? Preguntó Zaira con algo de curiosidad.
-No lo sé, estaba en otra oficina, así que no la he visto salir, pero Zaira, usted es una empleada de la empresa, no tiene porque sentirse mal de entrar a la oficina del jefe, dijo Susana dándole animo a la chica.
Ya la secretaria había observado la manera en que Olivia veía a la chica, Susana sabía que la odiaba y no estaría conforme hasta que Dante la despidiera, como ya lo había hecho con otras chicas de las que se sentía celosa, les hacía la vida imposible las pocas veces que las veía porque se la pasaba viajando entre pasarela y pasarela.
-No deje que ella la haga sentir mal, yo he visto como la mira, ella se siente celosa de usted y sin razón, porque ya el jefe y esa mujer no son pareja, tengo entendido que solo son amigos, dijo Susana haciendo un gesto de silencio con un dedo en su boca.
-Entiendo, pero es una mujer que de verdad me hace sentir incomoda, creo además que volvieron a ser pareja, bueno, al menos eso escuché en el elevador, pero no digas nada, dijo Zaira haciendo el mismo gesto en su boca.
Las dos chicas reían en la recepción de presidencia porque ninguna quería del todo a Olivia.