EN LA MANSION DEL ABUELO.
-Mi vida, ya salí del restaurante, porque no te inventas algo y paso por ti, escribió Dante.
-Estoy en casa de Stella, pasa por mí acá y me voy contigo, mamá salió del país y estaré con ella toda la semana, contestó Zaira.
En menos de media hora estaba Dante en el apartamento de Stella, Zaira subió al auto y con un apasionado beso se saludaron nuevamente.
-Tengo una idea, dijo Dante, sonriendo.
Comenzó a conducir hacia el norte mirando a la chica de reojo y tomando su mano, dando besos en el dorso de la mano de Zaira.
-¿Qué estás haciendo conmigo Zaira Smith, dime qué haces?
La chica mordió su labio sonriendo cuando observó la entrada a la casa del abuelo.
-¿Qué hacemos aquí? Preguntó ella con picardía.
-Te haré el amor en cada rincón de esta casa, eres la única mujer que he traído aquí, te prometo que no vendrá nunca nadie más que tú, a no ser que seas tú quien invite a la mujer que desees, dijo él con aquella sonrisa de medio lado que la volvía loca.
Ya estaba muy frio, la época nav