Ámbar
Aquella chica se ha ido haciendo más presente en mi vida desde que tengo que ir a monitores. Al principio, me invadió un poco de paranoia al verla tan seguido, pero se me pasó cuando me contó que su embarazo es de riesgo. Además, su esposo, dos años mayor que ella, la cuida con mucha dedicación. Ambos son muy amables conmigo, así que yo también trato de serlo con ellos.
—Mi bebé se llamará Sebastián —me comenta mientras estamos sentadas en el sofá, donde nos ponen las correas para medir las contracciones—. Estoy ansiosa por que nazca, pero espero que no se adelante.
—No te preocupes, te escuchas bien —le respondo, ya que no se han registrado contracciones significativas, a diferencia de mí, que he tenido muchas sin siquiera darme cuenta—. Mi barriga parece una pesada roca ahora y suena todo el tiempo.
—Sí, me duele de solo mirarte —se ríe—. Pero sé que todo saldrá bien.
—Tengo fe de que así será —murmuro, acariciando mi vientre, justo por unas pequeñas estrías que me han salido r