Ámbar
David sale de la habitación unos minutos después de decirme que él será mejor que Joshua. Ha dicho algunas cosas más, pero me he quedado con la hermosa sensación de sus caricias en mi vientre, lo emocionado que parecía al hablar del bebé que estamos esperando, y que no me reprochó nada de lo sucedido en estos últimos días.
¿Acaso el bebé ha hecho que reconsidere las cosas? No sé qué pensar de esto, pero me ilusiona pensar que todas sus acciones de los últimos días se deban a los celos que siente por Joshua y a la creencia de que tenemos algo.
—Bueno, bebé, tal vez tengamos que esperar un poco —le susurro a mi hijo—. Menos mal que papá parece amarte y está dispuesto a cuidarte.
Mi sonrisa todavía permanece en mis labios cuando Anastasia viene a verme. La pobrecita está bastante preocupada por mí.
—¿Por qué tuviste que ir a esa casa, mi niña? —me reclama con tono amoroso mientras me acaricia la cabeza—. Podría haberte pasado algo peor.
—Tenía que hacerlo, Ana. Quería el divorc