CAPÍTULO 6 —Peligro y Alucinógenos.

Anastasia.

Pasaron algunos días, pero prontamente me quedé sola, mientras el jefe estaba en Italia con su compañero. Así que Sibel y yo planificamos ir al bar, después de una exitosa compra del hotel que el jefe quería.

Sin embargo, esta noche estaba volviendo a la suite con muy poca información, ya que lo planeado, había sido en vano por la aparición de Iván Vasíliev en el bar.

Y por supuesto, solo pude anotar las referencias del dueño.

—Iré a ver a Iván al hospital… tú quédate aquí… no entiendo cómo pudiste seguirle la cuerda a Sibel…  —El jefe había llegado de su viaje a Italia y no quería mostrarle esta compra en blanco, así que me apresuré hacer una llamada al número que había encontrado, a pesar de la hora.

—¿Sí?

—Buenas noches…

—Casi madrugadas… —Apreté mis ojos y pasé la saliva.

—Señor, soy Anastasia Ivanova… mi jefe y yo, estamos interesados en su bar…

—Yo soy el asistente del señor Dimitri… pero él está ocupado ahora.

—Si… no hay problema… hoy lo busqué en el lugar, pero…

—¿Puede venir mañana? —parpadeé muy rápido cuando me cortó.

—¿Me puede enviar la dirección de su oficina? Estaré a primera hora… —escuché la risa al fondo.

—No… debe venir al bar de Dimitri… le apartaré la cita para que hable con él… no trabajamos en oficinas… hay un área donde pueden hacer negocios aquí mismo en el bar… por la noche…

No me gustaba mucho la idea, más porque Sibel no podría estar conmigo esta vez, y no era rápida para estos sitios. Pero quería mostrar un poco mis habilidades y terminé aceptando.

Tenía que demostrarle a Alexey Kozlov que yo era muy capaz.

Me apresuré a dormir, y como no vi a mi jefe por la mañana, troté en las áreas verdes abajo del edificio y luego volví a darme un baño. En el momento en que fui a desayunar, lo vi aparecer en un traje impecable delante de mí.

—Asistente… —torcí los ojos ante su arrogancia—. No vendré esta noche… tienes el día libre… si necesitas un chofer, pídelo… —me miró fijamente y negué.

—No se preocupe…

—Bien… si alguna cosa, puedes escribir o llamarme… tu número está entre mis contactos importantes… —quité la mirada a su sonrisa de forma rápida, y estaba por decirle algo, cuando escuché la puerta cerrarse.

Así que no había nada por ahora.

Por la noche me alisté con mi ropa formal, tomé la maleta, y le dije a un chofer que me acompañara al sitio.

—¿Quiere llevar algunos hombres con usted? —él preguntó y negué.

—No es necesario… creo que seré rápida. Pero puedes esperarme aquí…

En el momento en que llegué al lugar de nuevo, me presenté a un hombre en la puerta diciéndole que tenía una cita con el señor Dimitri, y automáticamente me pasaron a un área muy diferente a la de ayer, que quedaba en los pisos de arriba.

Un hombre, que tenía apariencia femenina, me recibió, y rápidamente me preguntó:

—Hablé contigo ayer, ¿no es así?

Le di mi mano.

—Anastasia Ivanova… —el hombre afeminado sonrió, y me dio la mano.

—En un momento Dimitri estará contigo… —me senté con el maletín en mis piernas, mientras el humo, la música hasta reventar y el olor a sudor, hacían que mi cara se contrajera un poco, pero en cuestión de unos minutos, un hombre nuevo estaba frente a mí.

Sus manos estaban llenas de anillos, y en su cuello una cantidad excesiva de cadenas.

—¿Quién me busca? —me levanté de golpe.

—Señor… buena noche… Anastasia Ivanova… soy la asistente de…

—Siéntate… —su corte fue algo brusco, pero le hice caso—. ¿Quieres algo de beber? —él detalló mi ropa y tuve que fijarme bien los lentes para no sentirme amedrentada.

—No señor… no bebo… —su sonrisa se ensanchó, y pude ver unos dientes muy amarillos.

—¿Quiere hacer negocios? Tendrá que aceptar al menos una copa…

Mis ojos se abrieron mucho.

—¿Qué?

—La casa invita… —pude notar una especie de coctel frente a mí y negué.

—Señor… yo no… solo estoy interesada en negociar este bar… mi jefe…

Tenía que gritar literalmente, pero era en vano, una mujer vino a sentarse en sus piernas casi desnuda, y había perdido su atención.

Incluso mi propia atención.

Miré el trago de inmediato, y mis manos temblaron cuando intenté probarlo.

La cosa era horrible. Me quemó la lengua completamente, y casi me atraganto con el poco líquido que tomé. Pero si esta era la única forma de llamar su atención, tenía que hacerlo.

Y a decir verdad ya tenía varios pecados encima.

—Es de las bebidas favoritas del bar… —el hombre llamado Dimitri, señaló.

Puse mi mano en la boca para tratar de amortiguar la situación, y disimular un poco.

—Está… buena… —las lágrimas se me salieron de los ojos, pero las limpié rápidamente, y luego él preguntó.

—¿Qué ofrecen? ¿Y quién les dijo que el bar estaba en venta?

Mi jefe no me había dado ese dato, pero imaginaba que era una estrategia hacia mí.

—Mi jefe tiene contactos… —expliqué—. Queremos hacer la mejor oferta… he estudiado el bar y sus complementos… y… —por un momento todo me dio vueltas, es como si mi espíritu se saliera de mi cuerpo.

—¿Se siente bien? —cuando miré al hombre, lo vi borroso, y una angustia enorme me apremió.

No sé cómo, pero tiré mi maletín, y tecleé en el teléfono muy rápidamente al primer contacto que aparecía, y ese era el jefe.

—¿Señorita? —escuché cómo ese hombre me dijo, y la respiración se me estaba trabando cuando escuché al jefe al otro lado de la línea.

—¿Anastasia? Estoy ocupado y…

—¡Yo…! —sabía que estaba gritando—. Creo que me han puesto algo en la bebida… yo…

—¡¡¡¿Qué?!!! —escuché su exclamación, pero la agitación en mi cuerpo era demasiada.

Sentí cómo el móvil se me resbaló de las manos, y como una hoja, poco a poco fui perdiendo la movilidad.

Todo el antro me daba vueltas, las caras eran confusas, y al final escuché algo como un susurro.

—Ella sería perfecta para el negocio…

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