La mansión de los Vasíliev estaba sumida en un silencio.
Iván miró a su alrededor, como si estuviera evaluando cada rincón de su imperio. Luego, dirigió una mirada penetrante a Mila, cuyos ojos aún estaban hinchados por el llanto. La decepción en su rostro cortaba como un cuchillo afilado.
—Iván… —Alex dijo muy bajo, y Mila miró a su padre—. Necesito hablar con Mila, a solas…
Iván apretó la mandíbula, y se acercó mucho.
—Yo tenía un trato con tu hijo…
—Hablaré con Mila… —Que Alexey no tuviera gracia en su rostro, alertó a Iván, y aunque sabía que tenía cuentas que arreglar con Alex en privado, asintió.
Todos entraron, Sibel tenía un rostro muy alterado, pero Iván le apretó los hombros.
Mila miró directamente a Alexey cuando se quedaron a esas horas de la noche afuera, y abrió la boca, pero él alzó la palma.
—No…
—Por favor… yo soy la culpable…
—Sé que no lo eres, y solo necesito que hagas una cosa.
—Alex… Mikhail es… —Pero cuando Mila intentó decir algo, ellos fueron alumbra