Sara estaba llegando dos días después de la fiesta a un café a donde Mauro y ella desayunarían, y sonrió cuando lo vio esperándolo de pie en la mesa.
—Cara…
—Mauro…
—Bella como siempre…
Ambos se sentaron muy cerca en la mesa y pidieron el desayuno.
—Mikhail salió esta mañana a Italia…
Sara abrió los ojos.
—¿Solo?
—No te preocupes, está seguro…
—No me dijo nada… ¿Cuánto tardará?
—Dos días como mucho, se lo dirá a Mila cuando aterrice en Italia… —Sara asintió y probó su comida que ya estaba servida, pero inmediatamente Mauro recibió una llamada, y frunció el ceño al teléfono—. Lo siento, cara, dame un momento…
—No hay problema…
—Ciao… —Mauro frunció el ceño y se levantó de la mesa—. ¿Qué? ¿Cuándo?
Sara dejó sus cubiertos, y pudo notar pro primera vez una cara de terror en Mauro mientras su piel se volvía pálida, y ella se levantó de golpe.
—¿Qué pasa?
—Envíame los enlaces ahora… intentaré contactar con Mikhail… —Mauro colgó la llamada, y rápidamente fue al chat del teléfon