—No deberías… —Mikhail le dijo de forma seria a Sara, y Mauro intervino.
—La llevaré sana y salva, confía en mí… además, ustedes tienen otros asuntos, Sara se aburrirá… —Mikhail torció los ojos mientras Sara sonrió.
—No eres mi niñero, y si no quieres que le diga a Iván que en este preciso instante ustedes dos serán un par de conejos en un sitio escondido, entonces déjame…
Mauro apretó la boca y Mila se sonrojó.
—Sara…
—Mila, no te preocupes, esto no es para ti, cariño, él me entiende… —Mikhail miró a Mauro, eran las dos de la mañana y luego toqueteó su reloj.
—A las cinco…
Mauro le dio una palmada en el hombro, y le abrió la puerta de su auto lujoso a Sara.
—Adelante, cara… —Sara sonrió metiéndose al auto, pero luego soltó el aire al ver que todo iba demasiado rápido, y sacudió su cabeza para despedirse por la ventana de Mila, que se despidió con la mano, mientras se abrazaba a Mikhail—. ¿Preparada?
Y Sara le sonrió.
—Siempre…
Mientras Mila se iba con Mikhail a la suite, Sara miró la