Mundo ficciónIniciar sesiónEl Hospital Charité olía a desinfectante y decisiones que nadie debería tomar solo.
Diego había recorrido los pasillos blancos durante las últimas tres horas, sus pasos resonando contra el linóleo con el ritmo irregular de quien había perdido toda noción del tiempo. Once horas de vuelo desde México, directo desde el aeropuerto hasta este lugar donde el aire mismo parecía cargado de urgencia y desesperación. Las luces fluorescentes proyectaban sombras duras bajo sus ojos, acentuando las ojeras que se habían profundizado durante las últimas semanas como surcos en tierra árida.
La llamada había llegado mientras revisaba contratos en su oficina de Ciudad de México. Elena, con esa voz profesional que utilizaba para las crisis, había pronunciado las palabras que habían detenido su mundo: desprendimiento de placenta, cirugía de emergencia, riesgo de perder al bebé. Diego había dejado caer el teléfono, y por primera vez en años, había sentido que sus piernas no podían sostener







