La evacuación de la base fue caos orquestado con la precisión de una sinfonía militar que había sido ensayada mil veces en simulaciones pero que nunca había sido ejecutada bajo fuego real. Los pasillos que habían sido refugio ahora se habían convertido en túneles de urgencia donde cada segundo perdido era segundo que acercaba la muerte. Diego corría con Valentina a su lado, el bebé Hermann envuelto en mantas improvisadas que la convertían en bulto precioso que debía ser protegido a cualquier costo.

Coronela Mariana Reyes dirigía la operación con comandos que salían de su boca como balas verbales. Sus órdenes eran seguidas sin cuestionamiento porque todos comprendían que la alternativa a la obediencia era muerte colectiva. James Morrison coordinaba con su equipo a través de comunicaciones encriptadas que parecían estar siendo transmitidas