La Torre Chen se elevaba desde el corazón de Singapur como una catedral del capitalismo moderno, sus ochenta pisos de cristal y acero reflejando el cielo con una claridad que parecía ser desafío a las leyes de la física. La estructura parecía estar vibrando con el poder que contenía, como si los billones de dólares que se movían a través de sus sistemas eléctricos hubieran imbuido al edificio con vida propia. Cada ventana era ojo que observaba la ciudad abajo, cada piso era nivel de jerarquía que separaba a los dioses corporativos de los mortales que caminaban en las calles.

James Morrison entró al lobby llevando consigo la autoridad natural de ejecutivo europeo que había sido entrenado en las mejores universidades del mundo. Su traje gris de Savile Row