DAME UN HIJO.
DAME UN HIJO.
El jardín del hospital estaba en calma, pero el corazón de Elara era muy diferente, no podía dejar de sentirse ansiosa y querer regresar junto a su hermana.
―¿Qué es lo que quieres, Nathaniel? ―su voz temblaba ligeramente. ―¿De verdad no podías esperar hasta mañana? Mi hermana está allí y me necesita. No puedo creer que tú…
Nathaniel se detuvo y la miró fijamente y lo dijo sin rodeos.
―Quiero que tengas a mi hijo.
Las palabras la golpearon como una tormenta inesperada.
―¿Qué?
―Lo que escuchaste, quiero que tengas a mi hijo.
Elara se preguntó si había escuchado mal, pero ahora le quedaba claro que no.
―Un… ¿Hijo? Tú… ¿Te volviste loco?
Él dio un paso adelante y la tomó de los hombros, con una determinación que le hizo temblar.
―Quieres salvar a tu hermana, ¿verdad? Entonces dame un hijo. Acepta ser la madre y yo te daré el corazón que ella necesita.
Elara se quedó sin habla y retrocedió instintivamente.
―Tú… has perdido la razón. ¿Cómo… cómo me pides eso? Además, tú vas a