Jugando con la Mafia
Jugando con la Mafia
Por: Yana
Capítulo 1

Necesito hacerlo, necesito hacerlo, así podré salvar a mamá. –se repetía Ilse.

- ¿Qué haces hija? ¿todo bien? –preguntó Lorena su madre.

-Si mama todo bien no te preocupes, ve a descansar, mientras yo preparo la cena. –dijo y su madre asintió con la cabeza, fue a preparar la cena y temía que la llamaran, debía de actuar normal……

23 años atrás.

-Adán, necesito que me lleves al hospital se me rompió la fuente. –dijo una madre desesperada, temiendo dar a luz en aquella casa.

-Mujer si te quejas, m*****a la hora en que saliste embarazada. –exclamó aquel hombre y a regañadientes se levantó de su cama y fue por un taxi.

Ambos llegaron al hospital y atendieron a la mujer que estaba en trabajo de parto, mientras la mujer estaba en el quirófano, aquel hombre esperaba en la sala de espera, se estaba quedando dormido cuando una pareja de ancianos salió llorando de una habitación cercana.

-No puede ser, mi primera nieta y nació muerta, no puedo, necesito hacer algo para que mi hija no sepa sobre la muerte de su bebe. –dijo la mujer, su ropa se veía muy costosa ¿pero que hacia una mujer así de esa talla en un hospital de pobres? Se preguntó aquel hombre, miro hacia la pareja de ancianos ellos se estaban yendo, pero el hombre reacciono a tiempo corrió hacia los ancianos.

-Disculpen yo tengo la solución a sus problemas. –habló en voz baja aquel hombre, a la mujer se le iluminaron sus ojos.

-No te conocemos ¿Qué es lo que quieres? –preguntó el hombre que venía con la mujer.

-Mi esposa acaba de fallecer, no me siento apto para cuidar a mi bebe solo, no sé si podre darle una vida mejor. –dijo aquel hombre, el siempre sabia como mentir y lo hacía a la perfección, comenzó a llorar para hacer creíble la historia, aquellos ancianos se apiadaron de él.

- ¿Puedes dárnosla? –llorando aquella mujer.

-Sí, solo necesito que me de unos días para poder despedirme de ella. –hablo el hombre limpiándose las lágrimas.

-No puedes hacerlo.

-Solo unas horas está bien, usted puede decirle a su hija que su bebe se quedara en observación y después de unas horas podrá verla en la habitación de su hija.

-Está bien, voy a confiar en ti. –dijo la mujer y el hombre asintió, ella saco de su cartera una libreta y una pluma.

-Esta es la habitación de mi hija, te daré 20 mil dólares por tu silencio. –dijo la mujer anciana.

-Descuide, solo le pido que la cuiden y le deán el amor que ella necesita.

-No habrá problemas con eso.

Aquel hombre se llevó la hoja que le había dado la mujer anciana, llego hasta la sala de espera y se acercó a la enfermera.

-Enfermera ¿Cómo está mi esposa?

-Su esposa se desmayó, hicimos lo posible por salvar a ambas bebas. –Dijo la enfermera.

-Necesito que me hagas un favor.

-Lo siento yo no puedo hacer ningún favor.

- ¿Hablamos de 5 mil dólares? –Dijo aquel hombre y la enfermera sonrió.

- ¿Qué favor necesita?

-Que hagas creer a mi mujer que una bebé nació muerta.

-Señor ¿no cree que usted que eso es imposible?

-En la habitación 45 una mujer perdió a su bebé, puede traerla y hacerla pasar como la mía y la mía puede intercambiarla, tenga en cuenta que son 5 mil dólares.

-Está bien, lo hare. –aquel hombre sonrió y la enfermera se fue.

Pasaron horas y Lorena fue llevada a su habitación 46 ¿coincidencia?

-Adán necesito ver a mis bebes.

-Sobre eso quería comentarte algo. –Dijo Adán con lágrimas en los ojos, necesitaba hacer creíble aquella historia.

-¿Qué paso? Me estas asustando habla rápido.

-Una bebe…. Una bebe, nació muerta. –Dijo Adán.

-No, no, no, no, no mi bebe, no es posible, pero yo escuche dos llantos diferentes, por favor dime que es mentira. –Dijo Lorena con lágrimas en los ojos.

-Lo siento, solo tenemos una bebe. –Dijo Adán limpiándose las lágrimas.

-QUIERO VER A MI BEBE, NECESITO VERLA. –Dijo Lorena Gritando.

Como si fuera todo posible la enfermera llego con una bebe y se la dio a Lorena, aquella madre comenzó a llorar con su bebé en brazos.

-Podría por favor traerme a mi otra bebe. –Dijo aquella madre devastada.

-Enseguida la traigo, pero cálmese por favor. –Dijo la enfermera.

Pasaron minutos y la enfermera entrego en la habitación de alado a la otra hija de Lorena.

-Hija aquí está tu bebe, mira que hermosa es. –Dijo aquella anciana

La enfermera salió de la habitación 45 y se dirigió a la 46, Lorena estaba muy mal, por la pérdida de su bebe.

-Señora aquí le traigo a su bebe, cálmese por favor. –Dijo aquella enfermera y salió de la habitación.

-Amor tranquilízate tienes que ser fuerte para nuestra bebe. –Dijo aquel hombre un poco triste pero lo que estaba pensando era totalmente diferente, quería verse con todo ese dinero, le pediría más dinero a la anciana mujer quería dejar la vida de pobre que tenía.

-Tendré que conformarme con una, aunque me hubiera gustado tener ambas. –Dijo Lorena.

-Lo se amor. –Dijo Adán.

Después de dos días le dieron el alta a las dos mujeres, mientras una reía y soñaba en cómo hacer feliz a su hija, la otra madre lloraba por la pérdida de una.

-NO ENTIENDO CÓMO PUDISTE HABER MUERTO, SIEMPRE TE VOY A RECORDAR MI QUERIDA BEBE, AHORA ERES MI ÁNGEL, MI PEQUEÑA GIANNA, ME HUBIERA GUSTADO VERTE CRECER ALADO DE TU HERMANA, TE AMO MUCHO MI BEBE –Decía Lorena con lágrimas en los ojos.

-PORQUE DIOS MÍO ME LA QUITASTE. –Lanzo un grito desgarrador.

–YO SIEMPRE FUI BUENA Y TÚ ME QUITASTE A UNA HIJA, NO SÉ QUÉ HACER. –Volvió a gritar, ese grito desgarrador se escuchó muy fuerte, e hizo asustar su bebe Ilse, su bebe que solo la acompañaría.

–EL DOLOR DE UNA MADRE ES MUY FUERTE, NO TENGO FUERZAS PARA SEGUIR, NO SE COMPARA CON NADA, ME ODIO A MÍ MISMA POR DESMAYARME Y PERDERTE, PERDÓNAME MI AMOR, SOLO ERAS UNA BEBE. –Lorena gritaba y era un grito desgarrador y de desesperación, se iba a culpar siempre pro haber perdido a su otra bebé.

-Lorena tenemos que irnos. –Dijo Adán, el solo quería irse, dejar a su esposa y huir.

Pasaron varias horas y ella salió del cementerio devastada por nada del mundo su pequeña Gianna volvería, solo le quedaba cuidar a su pequeña Ilse, llegaron a casa y el marido solo la miro con desprecio.

-Tengo algo que decirte Lorena. –Dijo aquel hombre, Lorena no entendía que le diría Adán.

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