Natasha puso los ojos en blanco y agitó la mano. "Qué gracioso. Muy bien. Ahora dime qué quieres realmente. Supongo que tiene que ver con la técnica de secuenciación de ADN que yo…"
—No era broma. —La miró con el ceño fruncido, frunciendo el ceño. Ella recordó haber visto esa misma mueca en la habitación del hotel cuando lo acusó de no tener conciencia social, de ser un depredador sin corazón.
“Soy totalmente sincero”, dijo. “No he encontrado a la mujer adecuada para casarme, pero eso no debería significar que no pueda ser padre. No esperaría que criaras al niño, por supuesto. Todo lo contrario. Cederás la custodia, renunciarás a todos los derechos parentales. Quiero que seas la madre sustituta de mi hijo, solo que, claro, usaremos tu óvulo además de tu útero. Eso es parte del trato. Definitivamente quiero tus genes”.
Soltó una risa nerviosa. "¿Mis óvulos y mi útero? ¡Ja! ¿Te has vuelto loco?"
—No. Es una oferta legítima.
Su risa se apagó rápidamente y se quedó boquiabierta, con los o