Tres meses después
El bebé Dave había crecido muchísimo en los últimos tres meses. Mantenía la cabeza erguida por sí solo, respondía a los sonidos e incluso agarraba juguetes. Sentado con su almohada de apoyo en su trona, estaba alerta y, la mayoría de las veces, feliz.
Sus ojos azul pálido eran tan impactantes como los de su padre, aunque su cabello era rizado y oscuro como el de su madre. A pesar de lo trágica que fue la muerte de Saul, su amor por Dave había mantenido a raya la depresión. Natasha no podía imaginar un día sin ver la cara sonriente de Dave ni escuchar su adorable arrullo. Darle una buena vida en un hogar amoroso la llenaba.
Se había convencido antes del nacimiento de que renunciar a Dave significaría una vida mejor para él, pero llegó a darse cuenta de que la vida que le dio era tan buena como cualquier otra que hubiera tenido de otra manera.
No solo eso, podía darle algo que Saul jamás podría: el amor de una madre. Saul no podía cuidarlo, no podía conectar con él co