Esa tarde, Natasha concertó una cita de emergencia con Jasmin Roberts, su asesora financiera y amiga. Jasmin era unos años mayor que Natasha y una brillantez que no correspondía a su edad. Trabajaba en una de las firmas de inversión más prestigiosas del país.
Natasha la conoció cuando contrató la firma de Jasmin para gestionar su cartera de inversiones. Jasmin se hizo cargo de su cuenta y conectaron al instante, ya que ambas eran mujeres jóvenes de color en sectores tradicionalmente dominados por hombres blancos. Pero con el tiempo, la conexión fue más allá, y compartían mucho más allá de su conexión inicial.
Jasmin se reunió con ella para tomar un café, insistiendo en que la reunión fuera informal. Ya estaba esperando en una mesa con dos tazas humeantes frente a ella cuando llegó Natasha. Jasmin lucía elegante, como siempre.
Se abrazaron y Natasha se sentó.
—Gracias por esto, lo necesitaba —dijo Natasha, inhalando el café caliente como si pudiera darle sustento.
—De nada —dijo Jasmin