Permanecí en silencio unos segundos, observándola. Su respiración era tranquila, pero aún parecía estar atrapada en un sueño intranquilo, como si ni siquiera la inconsciencia le ofreciera descanso.
Mi mirada volvió a la carta en mi mano, esa confesión cobarde que me ardía en la piel como si hubiera sido escrita para mí. Sabía lo que era enfrentar una traición como esa, la sensación de que te arrancaban el suelo bajo los pies sin previo aviso. Había algo personal en esa nota, como si los fantasmas de mi pasado estuvieran entrelazándose con los de ella.
Dejé la carta sobre la mesa, sintiendo el peso de las palabras que no eran mías, pero que ahora conocía. Me senté en el sillón frente a Ivanna, tratando de ordenar mis pensamientos.
"¿Qué haces aquí?"
Me pregunté en silencio. No la conocía más allá de los breves encuentros, pero algo en su mirada aquella mañana, en su fragilidad ahora, me decía que no era casualidad.
Un murmullo interrumpió mis pensamientos. Su cuerpo se movió ligerament